Un sabio en una multinacional reparte el correo entre los empleados. Una secretaria disfraza de expediente un poema. Los números destruyen las vidas de unos cientos. La palabra se congela en la repisa de un laboratorio genético. Es el adviento del desastre. Los cuervos graznan. El aleph, bajo el peldaño, parpadea y ya no hay Nada.
Como siempre, muy bonito tu fragmento surrealista ... ;o)
ResponderEliminarDe surrealista nada. Tan solo se inspira en lo que te tiene a su alrededor por las mañanas en el trabajo. ¿Qué no?
ResponderEliminarUn beso muy fuerte, guapa.