Como si de una plaga venenosa se tratara: creciendo con la saña del miedo a la extinción, destruyendo a cualquier competidor, sin doblegarse ante los remedios.
Lo único que le aliviaba en algo era abrirles camino a cuchilladas en los cuerpos de otros esperando una mudanza voluntaria.
Y con aquello sobrevivió hasta que el juez dictaminó sustituir la terapia por otra a base de píldoras y correas. La sentencia era cruel por lo inútil: cordura perpetua.
Micro escrito para el concurso Relatos En Cadena que marcaba la frase de inicio.
Magnífico; creo que no se puede decir más en tan poco. Me encanta!!!
ResponderEliminarEso porque eres una lectora generosa :) :*
ResponderEliminar