Hasta chocarse contra una pila de maderos. Una guedeja de cabra se desliza flotando sobre el charco de leche derramada. Ya no tiene por qué temer las nubes negras sobre el Ararat de sus sueños. Noé recuerda al hombrecillo escarlata que volcó el cubo con una de sus pezuñas y recupera al fin la paz de espíritu.
Micro participante en el concurso Relatos En Cadena que marcaba la frase de inicio
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