24 de junio de 2013
Orfeo y Eurídice
Una mano cuyo tacto empieza a desmoronarse, una promesa arañando la nuca, una negra silueta lamiendo la inmortalidad del túnel (…) las sombras, sólo las sombras (…) se repite en un canto interminable que no consuela ni forja verdad: sólo las sombras fueron las impacientes, sólo ellas se volvieron a mirar, no mis ojos, no yo, sólo nuestras tinieblas quedaron atrapadas al otro lado y nosotros, aunque incompletos, volvimos, se repite una y otra vez, a la vida.
Fotografía de Javier Prieto
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