26 de mayo de 2014
Un paraguas rojo
Abre su paraguas rojo y la ciudad se hace. Se encienden todas las luces, los peatones caminan, las bicicletas dibujan líneas efímeras en el pavimento mojado. El tranvía vocea el claxon en su habitual afán exhibicionista. Huele a café, a comida rápida, a donuts cargados de mantequilla y a sudor de ciudad: ese alquitranado vaho de las urbes.
Cuando llega al portal cierra el paraguas y la ciudad se deshace. El blanco y negro irrumpe en las calles y un silencio de tiempo congelado gotea en los aleros y ensordece el portal. Ni un paso queda vivo. Sube las escaleras hacia su piso en completo silencio, con el paraguas tiñendo de rojo los escalones.
Fotografía de Javier Prieto
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario