28 de septiembre de 2025

El relato como género literario



Esta introducción teórica al relato la escribí para el Club de Lectura de Palomares del Río. Es particularmente extensa, así que dejo por aquí sólo un extracto y al final del post dejo el enlace al pdf con el artículo completo.


La necesidad de hablar de géneros literarios surge de la utilidad que resulta de disponer de una taxonomía que clasifique los textos dentro de determinadas categorías para poder establecer semejanzas, parentescos, extraer estructuras comunes, … Es un facilitador del estudio.

Por su parte, para los autores y lectores, los géneros actúan como acuerdos tácitos que conforman expectativas. Un lector de western espera determinados clichés o escenas, un lector de gótico también parte de unas expectativas… queda por parte del autor decidir qué hacer con lo que espera el lector, si satisfacer eso que espera encontrar o bien ofrecerle alguna sorpresa.

«Literatura es faltar a la norma sin que sea error» Antonio Rivero Taravillo

En realidad, desde el modernismo, los géneros se han desdibujado en hibridajes y experimentación, pero es importante conocerlos para tener una idea de la estructura, herramientas y enfoques que permite cada formato.

«El género es un problema para los libreros, no un problema literario» Rick Moody

Para la clasificación por géneros se tendrá en cuenta el contenido y la estructura. Aunque siendo precisos los criterios de clasificación incluyen cuestiones semánticas, sintácticas, fonológicas, discursivas, formales, contextuales, situacionales y afines. Como decíamos, las fronteras son difusas y la experimentación es habitual.

Además de tener fronteras difusas, estas clasificaciones son cambiantes a lo largo de la historia. Se inician en la Grecia clásica y evolucionan con el tiempo, así como el canon o los estudios literarios, por lo que no hay que tomarlos como esquemas rígidos. Por ejemplo, hay una amplia discusión sobre la ubicación del género del microrrelato y su entidad cómo género propio, mientras que hay quien lo considera subgénero del relato (¿es el Plutón de los géneros literarios?)...

Actualmente, y de forma general, se consideran cinco grandes géneros: narrativa, lírica, poética (estudios del autor sobre su propia obra, el arte y la literatura; no confundir con la lírica), dramático (teatro, cine…) y género didáctico (divulgación de ideas por medios literarios). A su vez, todos estos géneros se ramifican en subgéneros en un árbol de categorías, pero nos centraremos en la narrativa.

El género narrativo, en su origen, presentaba unos hechos legendarios haciéndolos pasar por verdaderos. Para ello utilizaba la narración, entremezclada con descripciones y diálogos. Su origen es la narración oral. Frente a la lírica, el objeto del género narrativo es la presentación de hechos, ficcionales o no, y no sentimientos, emociones y sensaciones (aunque, como decíamos, siempre habrá excepciones o textos de clasificación confusa).

Narren hechos ficcionales o no, se basan en la existencia de unos personajes, un espacio y un tiempo...


El relato como género literario. PDF completo

23 de mayo de 2025

Nada de Carmen Laforet




Esta reseña la escribí para el club de lectura de Palomares del Río. Es particularmente extensa, así que dejo por aquí sólo un extracto y al final del post dejo el enlace al pdf con la reseña completa. He tomado algunas ideas del prólogo de Rosa Navarro Durán que acompaña la edición de Austral de la novela

La novela Nada de Carmen Laforet fue la primera ganadora del premio Nadal en el año 1944. Por ella, Laforet recibiría más premios y el elogio de ser considerada una de las novelas más importantes en España en el siglo XX. Esto, que ahora justificaremos, es además todo un logro para la escritora que entonces tenía apenas veintitrés años.

Laforet ya nunca alcanzó la altura de esta novela en el resto de su obra. Primero porque un logro así es difícil de superar y ejerce cierta presión en los autores (el suyo no es el único caso) y, luego, según la crítica, por la reducción de su producción y, quizá, por su conversión al catolicismo, lo que daría un giro a sus temas y estilo.

Se repite constantemente que se trata de una novela que, con su modernidad, produce una disrupción en la tradición literaria española. Dice Miguel Delibes:

«La prolijidad, el afán de atar todos los cabos, típico de la novela de anteguerra, no se da ya aquí; es quizá, el primer chispazo de renovación formal ofrecido por la novela española».

Siendo esto totalmente cierto, hay que contextualizar que esta renovación es innovadora dentro del contexto nacional, pero no tanto a nivel internacional. Hay que tener en cuenta que, en 1922, James Joyce ya había publicado el Ulises, Virginia Wolf había publicado La señora Dalloway en 1925, La búsqueda del tiempo perdido de Proust se escribió en los años 20 y Faulkner estaba escribiendo en los años 30. Esto sin rebajar el valor de esta novela de Laforet, lo contextualiza.

La novela, como indicaba Delibes, huye de las estructuras tradicionales y las tramas completas y cerradas, abandona el determinismo y abraza la ambigüedad. Se desarrolla en una trama inasible apenas esbozada. Y esto queda perfectamente expresado cuando Juan Ramón Jiménez dice de Laforet:

«Porque usted es una novelista de novela sin asunto, como se es poeta de poema sin asunto. Y en esto está lo más difícil de la escritura novelesca o poemática»

El nada en que insiste el texto como un leitmotiv y que titula la novela, viene a señalar esa ausencia de asunto. Todo se sustenta en la mirada de Andrea, en su visión, que es capaz de convertir lo que ve en trama novelesca. Su palabra literaria y el interior de sí misma es lo único que se opone a esa nada.

Su mirada es profundamente sensorial. Describe su entorno desde los sentidos, haciendo bellas descripciones de percepciones táctiles, olfativas, la luz o la sutileza del cambio en el entorno. La novela alterna así momentos de profundo impresionismo con otros pasajes expresionistas...

Reseña completa de Nada de Carmen Laforet

11 de mayo de 2024

La mala costumbre. Alana Portero



(Este libro se ha leído en el Club de Lectura de Palomares del Río. La reseña está orientada a quienes participan en el club en el contexto de nuestras reuniones).


Este libro tiene un problema de partida para un porcentaje alto de quienes se acercan a él y es que la condición de mujer trans de su autora parece fagocitar la cuestión literaria. Esto es profundamente injusto y quiero iniciar esta reseña poniendo en su justo lugar este dato, junto con el hecho de que sea mujer (lo de la literatura femenina de marras), como el hecho de que sea de clase trabajadora, … todo ello tiene influencia, clarísima, en la obra, como debe ser, pero quiero alejar estas condiciones de partida de la clasificación literaria del libro. Toda atribución de características individuales a la pertenencia a un colectivo ya sabemos cómo se llama. Este es, sencillamente, un libro grandioso, de extraordinario nivel literario y que tiene una belleza innegable que quería compartir en el club. Usaremos todo su contexto para analizarlo, pero hay que tener claro que el libro es obra de una sola persona con unas intenciones particulares y un mundo concreto y que no actúa en representación más que de ella misma. Ojalá este derecho lo tengamos siempre todos.

(Y no, esto no saca de la ecuación el activismo, la comunidad o el uso de la literatura como herramienta de cambio social. Al fin y al cabo, todo lo que hacemos es político. Incluso esta reseña.)

También hay que aclarar que no se trata de una biografía sino de una obra de ficción, aunque ya volveremos sobre esto. Así lo ha aclarado en numerosas entrevistas la autora y así debemos entenderlo.

En cuanto a los temas principales del libro, hay que aclarar que no es un libro tanto sobre la cuestión de género como un libro sobre la cuestión de clase. Se centra en la vida en los barrios de la clase trabajadora de los ochenta. Estos barrios, muy parecidos entre sí en los distintos puntos de España, se retratan magníficamente en el libro y se comprenden desde una clave feminista: se valoriza la red de cuidados de las mujeres que supuso la supervivencia de todo el entramado social gracias a su esfuerzo y también a su opresión. Una labor generosa, amorosa y que se impuso de forma injusta para ellas. Una heroicidad obligada. Y también se pone sobre la mesa como un profundo analfabetismo emocional mantenía las expresiones de cariño, tanto en las familias como entre amigos, codificadas, ocultas, requiriendo interpretación. Quedaba forzada una expresión del amor mediante símbolos (el padre que le ofrece siempre el resto del bocatita que se prepara como por casualidad) que tienen que ser traducidos y que requieren un esfuerzo de comprensión.

Esta sociedad retratada en el libro sirve también de contexto para hacer un alegato contra lo que suelo llamar Dictadura de la normalidad. Es una sociedad en la que los roles, las costumbres, las buenas formas de vivir, están normalizadas y que, a su vez, hace oídos sordos al maltrato, el abuso y la violencia que se ocultan bajo esa supuesta normalidad. Se sobrevive mediante la ceguera y la falta de espíritu crítico. En este mundo, la disidencia está penada con el ostracismo y el señalamiento. Esta normatividad impuesta es la que genera la problemática de la protagonista y la obliga a transitar su viaje del héroe. Se trata de una novela de transformación, como ya vimos con “Eleanor Oliphant está perfectamente”, que conserva el esquema clásico. Hay un punto de partida, un viaje y un regreso. Y la protagonista regresa cambiada a un mundo que es el mismo pero que no vivirá del mismo modo.

Decíamos que no se trata de una obra de autoficción y es a raíz de esta lectura que he profundizado en los orígenes y significados de este término (o género) con que últimamente se etiquetan muchas obras. Partamos de que toda obra, incluso la más cercana a lo biográfico, surge de un proceso de ficcionalización. Aunque la mejor mentira sea la que mayor carga de verdad contenga, lo cierto es que se requiere un proceso, complejo, además, para convertir la mera crónica de la realidad en literatura. Lo vimos con “Crónica de una muerte anunciada”. Los sucesos reales requieren ser ordenados, encadenados mediante causalidades, que realmente no existen, y relacionados entre sí para dotar de un sentido profundo y de una intención estética a lo que, si no, carecería de cualquier interés literario.

Sabiendo esto, las obras en primera persona en la que el protagonista es algún tipo de trasunto del autor generan una distorsión en la, ya de por si precaria a veces, diferenciación entre narrador y autor. Es cierto que puede ser connatural a nuestra naturaleza intentar dirimir si lo que se cuenta es real o inventado, pero también es cierto que esa curiosidad se acalla más fácilmente en unos casos que en otros. Nadie adjudicó, creo, a la obra de Javier Marías o Vilas-Matas el apelativo autoficción que sí se viene aplicando, concienzudamente, desde que asoma la publicación de libros por parte de autoras, mujeres, sí. Y a partir de ahí ya se pueden extraer conclusiones.

Ninguna obra, ni siquiera la más puramente biográfica, se limita a contar la realidad sin procesarla. Ninguna buena obra, sea biográfica o no, trasciende y alcanza “lo literario” sin exigir por parte de quien la escribe un talento y un trabajo que es injusto negar o menoscabar con una sola etiqueta. Por otro lado, otra cuestión a la que he vuelto en el transcurso de la lectura de esta novela es el cómo se produce la universalización de experiencias vitales particulares o locales. Me explico, y es que es posible entender/empatizar/emocionarse con/apreciar, y de un modo profundo, una obra del gótico sureño siendo, por ejemplo, española en el siglo XXI, pero es que, teniendo en cuenta que la obra de Alana ha sido traducida a 13 idiomas y tiene reconocimiento internacional, es que es posible empatizar o interesarse por un retrato de los barrios obreros españoles de los ochenta teniendo una experiencia vital totalmente ajena a ellos.

Quizá es que la aspiración a la universalidad no ha sido nunca otra cosa más que el pretender asemejarse a lo canónico y el canon siempre ha resultado ser un acuerdo, una imposición a veces. Podemos quitar el quizá de la frase anterior.

En definitiva, una obra local, desde una experiencia particular y personal, si está bien contada (ésta lo está magníficamente) es completamente comunicable atravesando culturas, períodos temporales, etc. Y aquí podríamos convocar aquella loa a lo auténtico, pero sería abaratar la reflexión. Volviendo al libro y dejando las divagaciones, tenemos que destacar varios grandes logros. Por un lado, esa mirada compasiva de la autora hacia los personajes (las personas), siendo estos los forzados a la disidencia social, los expulsados al margen y que se acogen en la obra con una dignidad y un amor inmensos y necesarios. También se extiende esta observación amorosa sobre los que se mantienen dentro de lo que hemos llamado la dictadura de la normalidad y allí sobreviven, acatan y desacatan y hacen lo mejor que pueden con las cartas con que les ha tocado jugar. Es reconfortante esta mirada compasiva que no se mueve nunca hacia la condescendencia.

Otro logro innegable es el uso certero y poético de las palabras, creando en la economía y la experimentación metafórica y simbólica nuevos espacios de significación, de explicación, de comprensión de la realidad. Sin que los fuegos artificiales lleguen a hacer del texto algo oscuro o inaccesible, sí que somete la forma ejerciendo lo que Valeria Correa ha llamado alguna vez “violencia sobre el lenguaje”. Así, lo que se cuenta y cómo se cuenta van de la mano para emocionar al lector y atraparlo para que adopte, también, esa mirada compasiva de la que hablábamos.

Volviendo por último a una nueva divagación, me pregunto si la disidencia y la distancia del mundo es la mejor, quizá la única, posición que puede tomar un creador artístico. Si el que sale de la norma aprende a observar su entorno con precisión como puro método defensivo (saber por dónde te va a venir el guantazo suele ser útil cuando los recibes a menudo), eso llevaría a pensar que, en la creación, por mucho que nos alejemos de la romantización de los malditismos, no estaremos refugiándonos los raros que aprendimos a mantener las distancias y analizar lo que nos rodea con ese punto de extrañeza e, incluso, curiosidad.

Por último, en la habitual sección de “si te gustó”, os recomiendo leer “Las malas” de Camila Sosa y ver la serie Pose.

Poema



Este poema lo escribí en mayo de 2020 y lo publiqué en Facebook. Por algún motivo (seguramente no lo consideré suficientemente bueno), no llegó al blog. Por aquí lo dejo.


En esta anochecida de domingo en pase continuo
con la normalidad dándose la vuelta
para poner boca arriba rutinas de clavos oxidados.
En este tiempo que no es, pero discurre
por la flexión insoportable de todo límite,
se me ocurre:
que no existo porque piense
sino porque
—acaso
quizá
sin certeza alguna—
soy lo que siento
y sólo dispongo
del convecimiento de este dolor
y de una grieta
en la que se nos hunden
—no tan poco a poco—
los talones.

7 de marzo de 2024

Seda de Alessandro Baricco


Esta reseña la escribí para el club de lectura de Palomares del Río. Es particularmente extensa, así que dejo por aquí sólo un extracto y al final del post dejo el enlace al pdf con la reseña completa.


(en la reseña se revelan detalles de la trama y el final del libro)


Seda es una de las novelas más famosas del autor italiano Alessandro Baricco. Desde su publicación en 1996, se han vendido más de 700.000 ejemplares (el número es mucho mayor según otras fuentes) y se ha traducido a 17 idiomas. Se trata de una nouvelle breve y con un lenguaje marcadamente poéLco que revisita una historia algo tópica que podía haber caído fácilmente en la cursilería, y que, sin embargo, lo hace con tal maestría que la convierte en un clásico de la literatura del siglo XX.

Alessandro Baricco pertenece a una generación de autores italianos que, debido a la situación políLca que acababa de atravesar Italia, tratarán en los 80 de desmarcarse de la tradición italiana y tomarán sus referentes fuera de ésta, en muchos casos a parLr de la cultura estadounidense. En su caso, sus referentes no son tanto literarios como estéLcos y provienen de otras artes, especialmente de la música, aunque también de la arquitectura, el cine, la moda...

Todas sus obras Lenen un patrón musical subyacente. No es sólo que el lirismo que suele impregnar su obra haga énfasis en el ritmo de la voz literaria, sino que la estructura en su conjunto sigue patrones musicales que él mismo desvela en algunas entrevistas. En el caso de Seda, Baricco habla de una música blanca.


Todas las historias tienen una música propia. Esta tiene una música blanca (...) es una música extraña, a veces te desconcierta: se ejecuta suavemente y se baila lentamente. Cuando la ejecutas bien es como oír el silencio y a los que la bailan estupendamente se les mira y parecen inmóviles (...)” (De la contraportada de una de las ediciones italianas de Seda).

Quizá por ello, Seda está llena de estribillos que se repiten con ligeras modificaciones marcando una estructura en espiral que oscila en velocidad y da cuenta de los ciclos vitales de sus personajes. Se trata, en palabras del propio autor, de una obra decimonónica, con un narrador omnisciente, con el aire de los cuentos de hadas y que trata de trascender el moLvo para contar algo más allá de la anécdota...

Reseña completa de Seda de Alessandro Baricco

27 de febrero de 2024

El cuento de la criada de Margaret Atwood


Esta reseña la escribí para el club de lectura de Palomares del Río. Es particularmente extensa, así que dejo por aquí sólo un extracto y al final del post dejo el enlace al pdf con la reseña completa.


(en la reseña se revelan detalles de la trama y el final del libro)


Margaret Atwood es una de las figuras literarias más importantes de Canadá (algunos dicen que la más importante). Su obra abarca todos los géneros literarios, desde la poesía al ensayo críIco y académico y ha sido una autora especialmente prolífica. Es conocida por su militancia políIca y desarrolla trabajo académico en numerosas universidades de presIgio, además de haber recibido mulItud de premios y reconocimientos. Estamos, sin duda, ante una de las grandes de la literatura.

En su ámbito personal, Atwood es acIvista y compromeIda con causas como el ecologismo y el feminismo. Según Wikipedia: “Se la describe como una escritora feminista, ya que el tema del género está presente en algunas de sus obras de forma destacada. Se ha centrado en la idenIdad canadiense, en las relaciones de este país con Estados Unidos de América y Europa, en los derechos humanos, en asuntos ambientales, en los páramos canadienses, en los mitos sociales sobre la feminidad, en la representación del cuerpo de la mujer en el arte, la explotación social y económica de esta, así como las relaciones de mujeres entre sí y con los hombres.”.

El cuento de la criada se publicó en 1985, pero ha adquirido una renovada popularidad debido a su reciente adaptación a serie de televisión. Aunque, anteriormente, en 1990, ya había sido adaptada al cine y, en 2020, también lo ha sido a una novela gráfica. El cuento de la criada es una obra de ciencia ficción especulaIva que parte de una críIca ecologista, feminista y contra los totalitarismos y los peligros de mezclar religión y políIca. Inevitablemente, enlaza con otras grandes obras del género, como 1984 o El mundo feliz y resulta aterradora por su cercanía con ciertos aspectos sociales de nuestra realidad.

En la novela, una facción religiosa ha tomado el poder en Estados Unidos y ha instaurado la llamada República de Gilead. Bajo este régimen se dispone de las mujeres de forma totalitaria para conformar un orden social. Problemas de ferIlidad graves (causados, según parece, por la contaminación y por el descenso de la natalidad en la úlIma sociedad previa a este nuevo orden) se resuelven disponiendo de las mujeres férIles para engendrar hijos para las familias con poder y recursos económicos situadas en lo más alto de la jerarquía del régimen. A las mujeres inférIles se las ubica como Marthas, Tías o Econoesposas. Y las propias Esposas, casadas con los dichos ricos y poderosos, también deben ajustarse a un estrecho rol social. Todas ellas deben acatar su puesto social y ajustarse a una serie de rituales, procedimientos y reglas que Ienen como fin alienar a la primera generación de mujeres de esta nueva sociedad, a la espera de que, en siguientes generaciones, estas normas hayan alcanzado un estado de absoluta normalidad. En el c

onflicto distópico, por tanto, se discuten y analizan el rol social de la mujer y la injerencia desde los poderes sociales sobre el cuerpo femenino.

La autora declara que no hay nada inventado en la novela...

Reseña completa de El cuento de la criada de Margaret Atwood

5 de enero de 2024

Gótico de Silvia Moreno-García


 




Esta reseña la escribí para el club de lectura de Palomares del Río. Es particularmente extensa, así que dejo por aquí sólo un extracto y al final del post dejo el enlace al pdf con la reseña completa.


(en la reseña se revelan detalles de la trama y el final del libro)


La cuestión de la originalidad en el arte, y en concreto en la literatura, es un tema que se ha revisitado en infinidad de ocasiones. Si hasta el siglo XVIII lo que se perseguía en la creación literaria era la imitación de los clásicos, a partir de entonces se valorará que las obras sean especialmente novedosas y sorprendentes. Esta búsqueda de la originalidad llegaría a su punto álgido en los movimientos modernistas del s.XX, pero conceptos como la apropiación, harán que en la posmodernidad (finales del siglo XX hasta la actualidad) se suavice esta búsqueda de lo rompedor.

Lo cierto es que los escritores actuales son conscientes de que los grandes temas de la literatura son pocos, se repiten y están ya más que explorados, se entiende que los tropos y los esquemas están bien definidos y que de todo se ha hablado ya y muy bien.

Ahora la originalidad se sustituye por la autenticidad, en el sentido de que las historias sean contadas desde el punto de vista único del autor que, como ser humano único, con experiencias, bagajes, personalidad y gusto irrepetibles, aporta justo ese punto de vista inimitable, siempre que se mantenga fiel a su propia esencia.

Pero el arte es también juego...

Reseña completa de Mexican Gothic de Silvia Moreno-Garcia

13 de noviembre de 2023

Club de Lectura de Palomares: Eleanor Oliphant está perfectamente




(en la reseña se revelan detalles de la trama y el final del libro)


Cuando en verano materializó el club de lectura y lo planificamos para el nuevo curso, me asaltaron un par de preocupaciones: una, formarme para ser una buena coordinadora y, por otro, la elección de las lecturas. Lo primero lo resolví con una buena investigación por Internet y con el libro de mi amiga Rosa García Perea. Lo segundo era peliagudo. Tenía claro que iba a priorizar a escritoras mujeres, que no podía dejarme llevar por mis propios gustos y que tenían que ser lecturas amigables y accesibles. También concluí que no podían ser libros especialmente largos. Pero ¿cómo recomendar fuera de mis gustos? Pues miré algunas listas de otros clubes de lecturas y no terminaban de convencerme, por una razón o por otra. La cuestión es que, en un momento de aburrimiento (cuando se aburre el diablo, ya se sabe) le pregunté a ChatGPT. Le conté la idea y los parámetros que había establecido y me dio una lista de lecturas. En muchos casos era libros que ya había leído y que, efectivamente, cuadraban con lo que buscaba. En otros casos, eran libros que no había leído. Tomé de esos los más atractivos y me los leí este verano: El Jilguero de Donna Tartt (descartable por la extensión), Las chicas de Emma Cline y Eleanor Oliphant está perfectamente de Gayl Honeyman. Me han gustado los tres, pero el último, por su aire de best seller y su inicial sencillez, me pareció una buena propuesta para comenzar el curso del club.

En un análisis habitual de un libro es importante descifrar “de qué va” el libro. Más allá de la anécdota que se cuenta (la historia, lo que nos suelen resumir en la sinopsis), hay (o debe haber) un tema de fondo. En el caso de este libro, juzgué, creo que no del todo equivocada, que trata, principalmente, sobre la soledad, pero, luego, he esbozado otra idea: también reflexiona sobre la lealtad que podemos creer deber a quien nos hizo daño. También es importante en él la superación, la supervivencia.

Eleanor Oliphant es la protagonista de la novela y es quien nos narra la historia desde la primera persona, en un formato de narrador protagonista, en este caso, no confiable. En este tipo de narradores, la información que tenemos es la que el protagonista conoce y vemos el mundo narrativo desde su punto de vista, pero con ello, también estamos sujetos a sus interpretaciones y sesgos; vemos su verdad, no la verdad (si es que ésta existe). El autor desliza pistas que nos hacen comprender que la realidad y lo que la protagonista interpreta, no son una misma cosa y con ello, apela a la inteligencia del lector y le hace engancharse al texto. Es un reto y un divertimento intelectual.

El modelo narrativo es el viaje del héroe. En este tipo de novelas hay un héroe que emprende una aventura, aprende una lección y con ella, se apunta una victoria y vuelve a casa habiéndose renovado. Normalmente, y en este caso, el viaje tiene tres etapas: la salida (dejando atrás el mundo familiar), la iniciación (aprendiendo a navegar en un mundo desconocido) y el regreso (vuelta al mundo familiar, pero con el conocimiento adquirido y con los cambios que eso ha producido en el héroe). De hecho, la novela está estructurada en tres partes que son prácticamente coincidentes con estas etapas. Este modelo narrativo está ampliamente probado, engancha al lector y funciona dentro de los esquemas en tres actos que hemos asociado a la narrativa. (Dentro de cada acto, normalmente, podemos detectar, como en un juego de matrioskas, el esquema planteamiento-nudo-desenlace, en una progresión que acerca poco a poco la resolución final y que, en ocasiones, también puede resolverse en cinco actos).

El viaje del héroe se puede construir típicamente de dos formas: un protagonista normal en circunstancias extraordinarias (por ejemplo, el Hobbit, que sí, es un hobbit, pero ¿qué hay más normal que un hobbit?) o un personaje extraordinario en circunstancias normales. Éste último es el caso de Eleanor, incluso a pesar de su pasado que sigue encontrándose dentro de lo, desgraciadamente, normal. Lo más novedoso e interesante es su forma de enfrentarse al trauma, su supervivencia diaria y la construcción mental que ha creado para olvidar.

El final es abierto, aunque cierra lo suficiente la “vuelta a casa” como para dejar al lector lleno de optimismo respecto del futuro de la protagonista.

Se trabaja mucho con el humor. La novela empieza en un tono ligero, cargado de guiños humorísticos (muchos de ellos actúan como pistas para detectar la disonancia entre la realidad narrativa y la que interpreta el personaje). Pero el humor, en este caso, va dejando paso a un siniestro secreto que adelanta, poco a poco, que el pasado del personaje (pasado narrativo, en una novela en que el tiempo discurre sin saltos, lo que hace que sea sencillo seguir el hilo) no ha sido feliz y que algún suceso traumático se nos está ocultando. El humor actúa de contrapunto, hace que la desgracia abofetee al lector con más fuerza. Este modelo se denomina comedia dramática y es habitualmente utilizado, también en muchas series de televisión y películas; combina la comedia y tragedia griegas, cuyos límites, en las obras actuales, son bastante difusos.

Se trata de una novela sencilla, tanto en lenguaje como en estructura, cómoda de leer; se inscribe dentro de la narrativa popular y, de hecho, se ha convertido en un best seller y va a ser adaptada a la televisión. Dentro de su formato, poco arriesgado, pero resuelto con corrección, hay dos aciertos fundamentales a destacar: el diseño de la protagonista y el control de la información.

Por un lado, la peculiar protagonista produce una reacción ambivalente en el lector: de rechazo por su rareza y de empatía por las situaciones que sufre, que, en realidad, son fácilmente identificables como experiencias universales. Esta ambivalencia activa el interés del lector y despierta su curiosidad. Son estos personajes distintos y especiales los que quedan en el recuerdo de los lectores y parecen “criaturas vivas” que alguna vez conocimos. La autora declara que la forma de ser de Eleanor se debe a su respuesta al trauma, aunque muchos lectores la han identificado como neurodivergente, probablemente autista. Como los lectores son soberanos, cada uno puede elegir cómo interpretar el comportamiento de la peculiar protagonista. Lo que es seguro es que es un personaje memorable y atractivo que sostiene la narración y el interés de la novela.

El viaje de esta heroína y sus retos, apelan a la empatía del lector, a la compasión y a la humanidad compartida. Es fácil identificarse con el holocausto personal que atraviesa y satisface con una resolución feliz del drama.

Por otra parte, el control de la información, cómo se deslizan las pistas respecto al secreto que se oculta en la vida de Eleanor y cómo se manifiesta su extrañeza en el mundo desde el punto de vista de los demás, que nunca se expresa explícitamente, son dos puntos fuertes que favorecen también que sea difícil soltar la lectura y el lector fluya con rapidez por la historia. En una segunda lectura se detectan claramente las pistas que justifican la sorpresa final respecto a las llamadas de la madre. Sin embargo, son hábilmente ocultadas en la primera lectura, al modo de un ilusionista: dejándolas a la vista (el teléfono no suena, uso de la primera persona del plural…), pero distrayendo la atención del lector (con el contenido de las comunicaciones, con las revelaciones sobre la educación anómala que recibían las niñas…). Así, el final, que se vale de un giro de guion para resolverse, no cae en un tramposo deus ex machina y en la cabeza del lector se vuelven evidentes, de repente, todas las pistas anteriores.

Así que estamos ante una novela sin demasiadas pretensiones literarias, pero bien resuelta y con dos aciertos importantes. Es una historia atractiva, novedosa sobre todo por cómo se dosifican los datos y por la calidad verosímil del personaje que nos cuenta, desde su propia voz, todo un proceso de superación que nos deja, al final, un buen sabor de boca.

Club de lectura de Palomares del Río.



Vengo al blog, abro las ventanas, levanto nubes de polvo, me muevo entre telarañas... Uff, cómo de abandonado tenía esto.

Pero es que tengo que venir a contar que este año me he embarcado en un proyecto que me tiene muy ilusionada. Me acompaña mi amiga Andrea y es que hemos montado un club de lectura en Palomares. Inicié la propuesta pensando que nadie iba a estar interesado y hemos tenido que abrir un segundo grupo y seguimos teniendo lista de espera. Es increíble.

Estoy aprendiendo mucho y tratando de que todo funcione. De momento, hemos tenido alguna sesión que ha sido realmente increíble. La magia de hablar de libros que sigue ahí.

Iré subiendo al blog las reseñas que haga de los libros del club. Serán reseñas más pedagógicas que las que suelo escribir, pero es que me gustaría ir ofreciendo información a quienes participan en el club, dar algunas ideas sobre cómo leer de una forma más crítica y plantearnos cómo ir creando un criterio. Como digo siempre, luego un libro puede ser bueno y no gustarte, o ser malo y gustarte muchísimo, pero, creo que es importante tener presente una valoración moderadamente objetiva y con argumentos. Lo marcaré todo con la etiqueta #clubdelectura para que sean entradas fáciles de localizar.

Nos seguiremos reuniendo durante todo el curso y a ver si tenemos suerte y repetimos el que viene :)