5 de marzo de 2014

Ladrones de tiempo y Descanso interruptus


Ladrones de tiempo

Tanto visitante inesperado que me obliga a descifrar la imagen borrosa del videoportero, o a descolgar el telefonillo e interpretar la voz distorsionada, o peor y me sobresalta de un aldabonazo, de un crujir de nudillos contra la madera o irrumpe sin más apartando la cortina de algodón, de cañas, las ramas; gruñidos impacientes desde la entrada a la cueva. Tantas distracciones que me apartan de mi verdadero objetivo: pociones y hechizos y el irrenunciable deseo de poseer el tiempo.


Descanso interruptus

Tanto visitante inesperado y yo que me imaginaba lejos del móvil, las reuniones, las visitas, (…). Oía la tierra lloverme y sonreía. Pero aquí no dejan de cosquillear las larvas de las phoridae, las raíces embisten la madera, las lágrimas de hijas de hijas de una sucesión infinita me despiertan con su goteo como un grifo en la noche. Pero lo peor es el acoso de las visiones: un llanto de bebé recién nacido, un chicle pegado a un pupitre, (…), la caída de unos párpados ancianos que, sin querer, van a dar cobijo eterno a un sinnúmero de visitantes inesperados e impertinentes.


Micros participantes en el concurso Relatos En Cadena que marcaba la frase de inicio

3 de marzo de 2014

Igual que siempre


Bañado en Sol

La evolución de la costumbre es desconcertante: los pasos en el piso superior pasaron en muy poco tiempo de molestarme a resultarme familiares. Ahora, incluso me inquieta que se haga el silencio. Cuando callan, me veo suplicando que vuelvan pronto los crujidos de la madera, los cambios de humor en el ritmo de las pisadas, el tanteo de algo que se escurre y eso que cae en medio de la noche y ya no me sobresalta.

El piso superior de la casa en la que vivo es un desván donde se acumulan trastos viejos.

De todo esto sólo me lastima el capricho de la intermitencia y esta servil espera que soy incapaz de evitar. Bueno, concedo que también me molesta un poco que el gato haga como que no oye nada, que se siente impasible bajo cualquier rayo de sol en la escalera que lleva hacia arriba. Aunque, si me soy sincera, creo que lo que más me fastidia de todo es esta apariencia de las cosas: cómo fingen ser las mismas de siempre.

Fotografía de Javier Prieto