18 de noviembre de 2013

Deshacer la casa por el tejado


Buscando un tejado

Entretejidas se sostienen y basta extraer una para desmoronar el castillo de naipes. Entretejidas se sostienen, precarias en equilibrio: casi se puede sentir su tintineo de copas en bandeja. Entretejidas estaban justo antes de que con dos dedos deslizara una ante mis ojos. Sólo una y todo se avino a formar una montaña de píldoras, un cóctel de falsa paz, camisa de fuerza, encierro. Tras las columnas de hierro de esta cárcel blanca.

Fotografía de Javier Prieto

14 de noviembre de 2013

Pecado ordinario


En la cresta de la ola


Y dijo Dios: con el sudor de tu rostro escalarás los peldaños empinados, saldrás de los baches del camino, sobrevivirás desgastado a las montañas de hielo y cruzarás tus fronteras de hijo de la tierra. Lucharás por ser ala y soñarás el aire. Y justo antes de volver a ser el polvo que fuiste, elevarás tus ojos a mí y yo te concederé el entendimiento que te prohibí morder. Sólo entonces sabrás que nunca saliste de tu cueva de techos inclinados.

Fotografía de Javier Prieto

13 de noviembre de 2013

Triángulo. El nuevo. Prohibiciones infinitas.


Triángulo
Y nunca le recordaba lo que no se debía contar y por eso le permitía seguir a mi lado. Aunque sus labios revelaran a veces el temblor de una vuelta imperdonable a lo mismo, aun cuando juntara las cejas en su fugaz intención de descubrir un nuevo matiz y verbalizarlo, incluso a pesar de aquellas miradas que querían estar perdidas pero que se sabía adonde apuntaban. Lo habíamos prometido: no volver a dar vida en las palabras. Aunque el silencio creciera. Aunque se volviera una de esas criaturas a las que empieza a latirles el corazón y dan sus primeras patadas tras nuestras costillas.

El nuevo
Y nunca le recordaba lo que no se debía contar para que aprendiera a evitarlo como hacíamos todos. Así se fue acostumbrado a las rutinas: abre bien los ojos antes del alba, no te quejes del escozor del jabón en las manos, ni sientas el sol ni las úlceras en los labios, que tu barbilla toque el pecho cuando te hablen, duerme sin tener que fingir con los párpados angustiados. También le aclaré la esperanza a proteger: un día se nos olvidaría lo que no se debía contar, ellos se darían cuenta y podríamos salir de aquí.

Prohibiciones infinitas
Y nunca le recordaba lo que no se debía contar porque las prohibiciones gestan los actos. Y procuraba darle a cuenta inofensivas canicas o pájaros azules. Supongo que quiso seguir y ver qué pasaba al añadir un dígito −jamás me hubiese creído, ni aunque le hubiera confesado que nada; como siempre, nada− y así fue cómo se atrevió con conjuntos infinitos como granos de mar o estrellas sin puntas. No sé cuándo contó lo que no se debía y tampoco quiero recordar si es que lo supe y lo olvidé, porque, ya se sabe, las prohibiciones gestan los actos.

Micros participantes en el concurso Relatos En Cadena que marcaba la frase de inicio

10 de noviembre de 2013

Resquicios. Mariano Zurdo




Los libros que leo últimamente me exigen muchísimo como lectora. Ando con lápices, con postits, marcando páginas, leyendo referencias, volviendo a ciertos pasajes, analizando... Digamos que ya no leo, más bien estudio. Y se me había olvidado lo lúdico de la lectura, ese placer sencillo del dejarse llevar cuando la exigencia es la de confiar, seguir adelante y disfrutar. Supongo que parece que estoy diciendo que "Resquicios" de Mariano Zurdo es una lectura menor, pero no se trata de eso: es fresca, es agradable, es como una charla cómoda con alguien que enlaza en el diálogo con fluidez, con alguien con quien te sientas sin preocuparte de hacia dónde te cae el pelo o si se nota eso de que te sudan las manos.

El libro explora los resquicios de nuestra humanidad. Supongo que hay que resaltar que el escritor es psicólogo de profesión, porque la profundidad de sus personajes y la naturalidad con la que se asumen sus supuestas desviaciones de la norma social sólo puede manejarla con soltura o el terapeuta o el paciente o un amante de la literatura. Mariano es terapeuta, él mismo se declara potencial paciente y, me consta, ama la literatura. Bajo nuestras fachadas, bajo el maquillaje de corrección social, el estable y equilibrado transcurso de la rutina que, de algún modo, se ha establecido en nuestra convivencia social, transitan los márgenes más extremos de nuestra personalidad, de nuestros deseos, de nuestro desequilibrio y todo un escandaloso ir y venir de necesidades, angustias, atracciones sexuales, miedos, convivencias al límite, sometimientos al otro y a nosotros mismos...

Resquicios se centra en la vida de dos parejas y juega a tejerlas sin que las confluencias lleguen a ser del todo reales. Pero es que además, el narrador se permite un giro narrativo, una apuesta arriesgada que hace de la novela un experimento literario, que multiplica a los personajes convirtiendo las reflexiones, los acontecimientos, la empatía despertada en el lector, en un trasunto de la humanidad al completo.

No cuesta nada dejarse llevar por esta historia. Supongo que para ciertos lectores puede resultar insólita la sinceridad de estos personajes. Para los que nos sentimos patológicamente raros ―psicoterapeutas, pacientes, potenciales o no, y grandes amantes de la literatura―, es reconfortante sumergirse en la infrecuente franqueza de estas historias.

Sólo un mayor ajuste en la homogeneidad del lenguaje empleado que a menudo se desvía hacia una excesiva oralidad puede trastornar un poco al lector que ya no sabe del café tranquilo. Pero a poco que uno participe en la propuesta y confíe en esa prosa relajada de conversación entre amigos, puede disfrutar de una lectura refrescante, recomendadísima para raros y cansados seres humanos, es decir, para todos.

5 de noviembre de 2013

Concurso de microterror en twitter



Soy una de las ganadoras ―la cuarta concretamente― del Concurso Internacional de microterror en Twitter organizado por Internacional Microcuentista, Microhorrorista durante el mes de noviembre. En el enlace a la revista puedes leer el resto de ganadores y finalistas.

Éste es el micro premiado:


Y aquí otros con los que también participé: