28 de diciembre de 2007

La evidencia aplastante de la vanidad de cualquier gesto
-propio y ajeno-
sólo deja lugar al silencio

un vacío que sólo ocupa el Arte
como extraña realidad ajena a su productor

sin afectaciones

el artista simple descubridor de lo preexistente
el artista buscador de la Verdad

siempre la Verdad inalcanzable

quizá tan sólo un pequeño asidero inocente salvado
de algun modo de tanta humana soberbia...

22 de diciembre de 2007



Me gustan las caras de los niños mirando las luces, volver a ver "¡Qué bello es vivir!", seguir haciendo la carta a los Reyes Magos, dar un repaso mental a todo lo ocurrido durante el año, andar en busca del regalo perfecto, los dulces, el abrigo y la bufanda hasta las orejas,ese "vie en rose" instalado en la epidermis...

... aunque también, irremediablemente, me entristezca en estas fechas -le pasa a muchos-, no pierdo de vista que siempre es posible estar alegre y triste a un tiempo.

¡Os deseo a todos unas muy felices fiestas!




(Que Christian me perdone el abuso de youtube, pero parece que sólo tengo música en la cabeza últimamente...)

29 de noviembre de 2007

Mi no-cumpleaños

Entre algunos aborígenes australianos existe la costumbre de celebrar los tránsitos vitales muy a la manera de nuestros cumpleaños. Sin embargo, mientras que nosotros celebramos el aniversario de nuestra fecha de nacimiento, ellos celebran su crecimiento personal, la superación de alguna etapa, celebran que han avanzado en su tránsito vital, de algún modo.

Creo que la suya es una bonita forma de marcar el tiempo. Fuera de una arbitraria división en cómputos de segundos de reloj, tiene una extraordinaria belleza dividir la vida en las fases, en los tiempos que invertimos en aprender una lección u otra, en los momentos en los que nos sentimos crecer o le encontramos sentido a nuestro pasado. Esos instantes de nuestra vida en los que todo parece converger en un punto y algo empieza limpio y nuevo, aunque no entendamos el cómo.

Mañana celebro un no-cumpleaños al estilo de los aborígenes australianos. El sentido de la celebración se parece al de una fiesta de fin de año: el cierre y la apertura de un tiempo. Sólo que este no lo marca el calendario gregoriano sino mi propia vida.

Quien no me conozca pensará que bromeo cuando digo que presentía el cambio desde hace meses y los más racionales pensarán que lo provoqué yo misma al estar dispuesta a que se produjera. Quién sabe.

Mañana me despido de la convivencia diaria con unas personas que han formado parte de mi día a día en los últimos dos años. Me alegro de que algunos desaparezcan, no puedo negarlo, los hubiera apartado de mí hace mucho si hubiera podido hacerlo. También he aprendido a convivir con quien no es de mi agrado, una lección imprescindible.

Pero al pensar en otros, y este sentimiento es mucho más fuerte que el anterior, se me parte el corazón porque sé que ya no les voy a dar los buenos días cada mañana y que no voy a estar al tanto de esas pequeñas intimidades cotidianas que compartimos y que de ningún modo se parecen a las que se intercambian entre amigos que se ven unas horas, de vez en cuando.

Sufro ahora mi segundo gran divorcio laboral. Esto de estrechar lazos afectivos en el trabajo es algo que me propongo no hacer y que en lo que siempre acabo cayendo. Será porque me cuesta no pensar que trabajo con personas, algo que se suele pasar por alto demasiadas veces. Me va a resultar muy duro separarme de un compañero que ya forma parte de mi familia. Mi hermano Rafa, el mejor administrador de sistemas Linux que conozco y aún mejor persona. De una humildad que me llega a indignar por injusta. Divertido como él solo. No pienso consentir perderte de vista.

Voy a añorar a JJ (que acabe su casa y me deje decorársela), Jose Carlos (que consiga tener el bonsai más viejo del mundo), Mamen (que se compre muchos trajes para bodas... y el de la suya), Adolfo (que algún día alguien reconozca de una vez lo que vale), Antonio V. (que termine la obra de su casa y nos invite a sardinas al espeto para celebrarlo), Antonio S. (que aprenda a ser malo con los proveedores)... (y mi Maxtonso, que también ha formado parte de estos dos añitos, que ojalá sea muy feliz en la vida que se está construyendo ahora).

Dios, cuánta buena gente. Espero que haya muchas cervezas para juntarnos en un bar con cualquier excusa. Y también espero no llorar mucho mañana.

De este tiempo me llevo muchas cosas: algunas buenas, algunas malas. Las últimas irán al cajón de la experiencia y no serán removidas sin motivo. Las buenas no las guardo, me las quedo a la mano para convivir con ellas todos los días.

He tenido el honor de haber trabajado a las órdenes del mejor Consultor de Sistemas de Andalucía (y diría que...). Quien le conoce sabe que no exagero. Un maestro inmejorable del que aprender. No creo que muchos puedan sentir la tranquilidad de tener a quien preguntar cuando algo no sale y saber que se va a obtener una respuesta. Él apostó por mí. Despositó su confianza en una desarrolladora que se metía de sysadmin con cuatro ideas de base y muchas ganas de aprender. Ahora, gracias a él, gracias a Rafa, me voy con la certeza de que no hay tarea en sistemas que no sea capaz de realizar con el tiempo necesario. Por mis manos han pasado Apaches, Squid, Iptables, Binds, Dhcps, Tomcats, Mysqls, Postgresqls... Sistemas de almacenamiento NAS, SAN, ... Balanceadores de carga, clusteres de servicio... Sistemas virtualizados en Qemu, en Xen... Toda una infraestructura completa que conozco como la palma de mi mano y a la que también voy a echar de menos.

Esto es absurdo, ¿verdad? Una infraestructura de sistemas no es más que la unión de un montón de máquinas en las que corren un puñado de servicios. No existe como entidad propia, no es nada. Pero la echaré de menos. Ha crecido bajo mis manos, conozco sus atajos, sus defectos, sus puntos débiles y fuertes. Soy capaz de encontrar un workaround a cualquier problema de forma casi inmediata. Es mía, de algún modo. Y ahora va a dejar de serlo. Cambiará, la tocarán otras manos, evolucionará y si algún día vuelvo a verla ya no no seré capaz de reconocerla.

Mañana antes de irme, entraré en el CPD a despedirme de algo que no es nada.

Me llevo en la maleta la satisfacción de haberme demostrado mucho. He hecho mi trabajo y el de otros, he echado todas las horas que ha hecho falta, he estudiado en casa, he movido cielo y tierra cada vez que había que resolver un problema y por una vez, me siento bien conmigo misma sin ninguna reserva. Ni siquiera en mi obsesión más perfeccionista soy capaz de hacerme dudar esta vez: he hecho todo lo que estaba en mi mano.

Si ese cien por cien mío ha sido suficiente que sean otros quienes lo juzguen.

He tenido ocasión de haber conocido y trabajado con grandes profesionales: Javier, Rafa, Juan Carlos, Jorge, Lucas, Rafael, David,... Gente de la que he aprendido mucho en lo técnico y, si cabe, más en lo humano. Curiosamente son los más humildes, los más amables, los más flexibles, los más dispuestos a escuchar antes de hablar. Son los mejores de entre nosotros.

Me marcho a un nuevo ecosistema. Con gente nueva, reglas nuevas. Voy a hacer tareas distintas, un trabajo que me supone un reto profesional y que me brinda la oportunidad de demostrarme nuevas capacidades. Me voy con el firme propósito de no estrechar lazos personales para no volver a pasar por todo esto, pero con la certeza de que, inevitablemente, volveré a hacer algún buen amigo.

Preparando mi no-cumpleaños me he dado cuenta de la enorme red social que he construido aquí. Han sido muchos los buenos y sinceros deseos que he recibido. Muchos más de los que, en mi desconfianza natural, esperaba.

Me voy sabiendo que inicio otra etapa que también tendrá su fin algún día. Porque sigo viva y porque todo lo vivo evoluciona, cambia, dejar pasar el tiempo a su través y celebra muchos no-cumpleaños...

18 de noviembre de 2007

Producing Open Source Software


Aparentemente este es un libro sobre cómo gestionar proyectos de software libre y lo es. Pero es también un libro sobre política dentro de las empresas de IT (Information Technology). Cada uno de los puntos que se discuten enlaza fácilmente con situaciones con las que los trabajadores de IT nos encontramos a diario. Situaciones más cercanas a la sociología que a lo rigurosamente técnico.

Este libro responde, además, a una cuestión que observo con frecuencia. Entre los problemas que padece la industria de IT (en Andalucía al menos, aunque sospecho que esto se puede encontrar en otras regiones), uno es que la excelencia técnica rara vez va acompañada de habilidades políticas y lo que es peor, de expresión oral y escrita (existiendo por supuesto el que no es excelente ni técnica ni comunicativamente). Esta afirmación, aunque puede resultar alarmista o incluso pedante, no es más que el resultado de una observación que repito sin quererlo.

De nada sirve ser un técnico excelente si no se sabe dialogar, comunicar con claridad las ideas, negociar y dejar por escrito lo que vamos a hacer, lo que se ha hecho y lo que se hará.

Todas estas capacidades comunicativas, al no estar circunscritas al plano técnico de forma directa, no se estudian en las carreras de Informática ni en las FPs y, sin embargo, pueden marcar la diferencia entre un técnico más y uno imprescindible en una organización.

Y aquí hay un vacío que aprovechan algunos: se da el caso de que personas poco cualificadas técnicamente logran ascender vertiginosamente en una organización en virtud de su dominio de esas actividades sociales que comento.

¿Qué ocurre con técnicos poco cualificados en habilidades comunicativas y que, por la propia naturaleza de su labor tienen que trabajar a menudo en equipo? Cómo se relaciona cada individuo en el grupo, cómo se integra en él y cómo se comunica es un factor de éxito, no sólo para la carrera profesional del técnico sino para el proyecto o la organización en su conjunto.

Cualquier trabajador de IT con algún cargo de responsabilidad en el grupo, que tenga que actuar cómo líder, debe ser capaz de despertar y motivar la mejora de las habilidades sociales de sus miembros si quiere aumentar las probabilidades de éxito.

¿Qué ocurre si el equipo trabaja en un proyecto de software libre? Pues que es aún más importante mantener la motivación, equilibrar las jerarquías, controlar los elementos que generan desequilibrio.

Este es un libro que cualquier trabajador de IT debe leer, ocupe o no un puesto directivo. Se lo recomiendo a cualquiera que guste de levantar la cabeza por encima de las paredes de su cubículo para intentar ver un poco más allá de la rutina diaria.


El libro se encuentra disponible para descarga en pdf

Tengo que agradecer a penyaskito y a phobeo la recomendación :)

17 de noviembre de 2007

La mejor escena de Dumbo

Para mí, claro :)

La voz, es de Florencio Castelló, sevillano emigrado por causa de la guerra civil a sudamérica, donde trabajó como actor en multitud de películas y realizó doblajes tan famosos como el de este buitre o el del gato Jinx de Pixi y Dixi.

Me encantan esos movimientos de jazz, ese glamour de bajos fondos de estos buitres de bareto lleno de humo y música...

Que ustedes lo disfruten...

Al alejarme de ti abrigaba
-ahora lo sé-
la esperanza de que fueras feliz.
Siento que la suerte no te sea propicia,
siento que no hayas cambiado nada
y que sigas buscándote sin resultado.

7 de noviembre de 2007

El orfanato


Siento decir que estoy fuera de esa especie de embrujo general que hace que todo el mundo hable tan bien de "El Orfanato", curiosamente diciendo todos exáctamente lo mismo. No puedo negar que la película es entretenida y que logra poner al espectador en tensión. Tampoco negaré, porque además sería inútil ya que hay testigos, que di más de un salto en la butaca. Tengamos en cuenta también que en el cine las impresiones son mayores para mí. (Sobre todo porque entrando en la sala por poco me mato en las escaleras, así que ya empecé asustada).

El guión -tan celebrado- fue sometido al ojo crítico y la sensatez de Javi y quedó bastante descompuesto. No entiendo bien el porqué de esa repetición sobre que no tiene fisura alguna cuando para nosotros fue tan fácil encontrarlas. De nuevo no puedo negar que la idea es buena y que la historia es bastante completa, pero considero que podría haber dado mucho más de sí.

La fotografía es estupenda. La estética cuidadísima, aunque en ocasiones incoherente. Quizá esto es un recurso para crear el ambiente intemporal en el que se mueven los personajes. Podría ser.

Lo peor: el final. Demasiadas explicaciones me temo. No sé si es muy compartido mi gusto por la ambigüedad y las elípsis (reforzado por Ángel Leiva), pero para mí habría sido mucho más sugerente haber eliminado los últimos minutos.

Así, que finalmente es una película que os recomiendo ver si vuestras expectativas no son demasiado altas, si os gusta el género o si simplemente os atrae la estética. Ya me contaréis.

5 de noviembre de 2007

"The lonely Seamonster"


A través del blog de Salamandra descubro el interesante trabajo de Deanna Molinaro. Le gustará a los amantes de la estética gótica y el humor negro de Tim Burton.

Os transmito (i++) la recomendación de Salamandra: el cuento "The lonely Seamonster"

(La foto del pulpito va dedicada al Chache)

[[Por cierto, para los que andan preocupados por la falta de actualización del blog: no ha pasado nada, sólo que últimamente estoy poco comunicativa. Sigo leyendo, escribiendo, poco eso sí, y aprendiendo mucho, así que todo marcha bien. Gracias por el interés a los que han preguntado.]]

24 de octubre de 2007

Se puede sentir el goce estético sin arte a la mano
Se puede crear sin tecla ni lápiz
Se puede vibrar porque sí
Reconvertirse y renacer
por un rayo de sol cualquiera

Todo se puede

Pero no estaría mal
salir del dique seco de una vez
y ponerle palabras
y tener al menos una oportunidad
de encontrar
una mirada que comprenda
cuántas cicatrices deja
la mordida de la belleza

22 de octubre de 2007



Un descubrimiento que tengo que agradecer a la dulce Particia. Espero que te lo pases genial en el concierto.

Muito obrigada!

29 de septiembre de 2007

19 de septiembre de 2007

Tenía tanta hambre que se devoró a sí mismo. Por desgracia, esto le provocó una severa indigestión y acabó devolviéndose.

16 de septiembre de 2007

Tokio Blues (Norwegian Wood)


Éste es uno de los libros que me han acompañado estas vacaciones y es que después de tanto oír hablar de Murakami, al final acabé picando de puro curiosa.

Con cierto temor a las represalias de los entusiastas de Murakami diré que es una lectura poco exigente, casi ligera, adictiva sí, pero incompleta por no dejar lugar a demasiadas ambigüedades (ésas en las que nos deleitamos algunos, lo siento, nunca llueve a gusto de todos). Y en contra de lo esperaba inicialmente (esto no me lo advirtieron en ninguna reseña), Murakami es un escritor muy occidentalizado. Aunque conserva el exquisito gusto oriental por la observación delicada y minuciosa.

En las formas, se entrevé su gusto por Salinger y Carver y en el contenido, recuerda inevitablemente a Thomas Mann y su montaña mágica. El corazón de esta novela es la esencia, el poso que destila su lectura: un estudio detallado, febril y angustioso de la fragilidad humana.

Siempre he pensado que el hombre es más fuerte y robusto de lo que se nos hace creer a través del arte o los foros de opinión. Por cierto, la lectura del libro "Optimismo Inteligente" de María Dolores Avia y Carmelo Vázquez (profesores de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid), apoya con estadísticas y análisis esta idea; así que se lo recomiendo a aquél que quiera discutir el tema consigo mismo. Pero qué poco literario es el ser humano fuerte y superviviente, ¿no? Como en el poema de Benedetti: sólo se escribe sobre las hojas caídas, no queda ni un verso para las hojas que tiemblan permanentemente en la rama. Éste es un libro sobre otoños de hojas muertas, sobre humanos torcidos (como los denomina uno de los personajes) que no encuentran acomodo en la realidad y es la historia de una elección: la de la fragilidad o la fortaleza. El traspaso de la frontera hacia la madurez. Porque al fin y al cabo, quizá para salvarse, la hoja sólo necesita decidirse a permanecer unida a la rama.

¿O no?

13 de septiembre de 2007

Por un catastrófico fallo en la planificación temo que hayamos perdido a nuestros trabajadores para siempre. En el futuro es importante recordar la siguiente regla: "los laberintos deben construirse desde dentro hacia fuera".

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Tras sufrir el encantamiento del silencio del hombre, la sirena murió asfixiada en tierra.

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Llegando al patio, saco la llave del bolsillo. La puerta se arroja feroz sobre mí, pero felizmente traga el anzuelo y pronto me encuentro en el cálido estómago de mi casa.

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Cuando el juez firmó el acta pudieron proceder al levantamiento del cadáver del funámbulo. Con no poco esfuerzo, lograron encontrar también su equilibrio para enterrarlo junto a él.

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Ahíto de versos, el viejo poeta cruzó el jardín zen caminando despacio. Se recostó contra el muro, cerró los ojos y se preguntó filosofando en sueños si sus ronquidos serían oídos por alguien en aquel lugar desierto.

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El día más amargo de su vida estuvo a punto de perder la corona a manos de la traición del obispo.

El mejor día, su amante plebeya se convirtió en reina.

El más extraño fue el siguiente, al comprender que ahora eran dos las mujeres que le hacían reproches.

Un mal día cualquiera perdió buena parte de sus tropas por una mala estrategia en la batalla.

El último día, terminó con un jaque mate del enemigo y con él metido en una caja.


(Y sí, de momento al menos, sigo por aquí)

7 de agosto de 2007

Era tal su necesidad de dormir en medio del huracán en que se había convertido su vida, que aprendió a aprovechar cualquier instante para dar una balsámica cabezada.

Empezó por la media hora que consumía su viaje de casa al trabajo. Primero la ida, después también la vuelta. La siguiente ampliación consistió en hacer uso de sus visitas al baño para simultanear sus actividades higiénicas con reparadores descansos.

Un día, logró conciliar el sueño en el tiempo que media entre que pides el desayuno y te lo sirven. Desde entonces se hizo costumbre.

Depuró tanto su técnica que ni tan siquiera necesitaba cerrar los ojos para dormir. Su mayor logro, se reconocía a sí mismo, era lograrlo en el transcurso de una conversación: hablaba y en el hueco minúsculo que imperceptiblemente discurre entre las palabras, encontraba ocasión para entregarse a los brazos de Morfeo. Ni el más avispado interlocutor habría podido addvertir nada extraño.

Poco a poco su ajetreada vida discurría entre siestas, con una irregularidad e insconsistencia tal que su necesidad de vivir le obligó a aprender a aprovechar cualquier momento.

Comenzó por...

19 de julio de 2007

Lejos de Veracruz


Estoy en unos días de esos en los que la vanidad de cualquier acto se me hace insoportable. Esta situación dura ya bastante (demasiado) y así, se va engrosando la lista de los gestos que me chirrían: uno de ellos es hacer reseñas de libros. Me encuentro por esto así: con unos cuantas lecturas disfrutadas y que me gustaría recomendar, pero no encuentro el modo.

El último, "Lejos de Veracruz" de Enrique Vila-Matas. Romper mi miedo a esta petulancia de las palabras (que ahora me parece engreimiento y después me parecera salvavidas) ya debería demostrar que este libro merece ser nombrado (y de nuevo es otra vanidad mía suponer que la ruptura de mis silencios puede significar algo).

Admiro a este caballero, con dos libros me ha ganado, por hábil, por sutil, por fresco, por inteligente, por vanguardista, por lector. Por escribir los libros que me gustaría haber escrito o tener siquiera la potencialidad de poderlos escribir. Un ejercicio de intelectualidad que le lleva a hacer literatura sobre la literatura, a escribir la autobiografía de sus heterónimos (no hay mejor mentira que la que tiene mayor parte de verdad, dice Javi).

Un malabarista de las letras es lo que es este señor. Un brillante ejecutor de historias, de esas que parecen surgir de la nada, armándose sobre cuatro anécdotas y que te acaban atrapando completamente (como unas vacaciones que no planeas y que luego resultan las más divertidas, sólo que aquí el autor planea por tí, sin que te des cuenta).

Y al final te engaña, te lo advierte él mismo y es cuando ya estás creyendo su mentira o sintiéndote un torpe lector que ha caído en una trampa. Y toda la historia se desmonta y se te escurre de las manos y te quedas con las cuatro anécdotas y cierras el libro. Y cuando las tapas guardan las hojas todo vuelve a tener entidad suficiente para arrebatarte una sonrisa cómplice y "qué bueno, ¿no?"

Lectura para amantes de la literatura (como ya dije en otra ocasión). Una verdadera delicia, un oasis en medio de la mediocridad (la del día a día, la que me hace ver vanidades por todas partes). Una lectura muy recomendada.

15 de julio de 2007

Minivacaciones peluchiles...


-Frijolita, ¿no crees que te estás pasando con ese agujero?
-Uff, estoy muy cansada, creo que no voy a encontrar pétroleo nunca
-Anda, ven a tumbarte en la toalla con el primo Pom

El resto en Peluchilandia...

(Qué bien me ha venido conocer a Tati :) )

4 de julio de 2007

Amnistía internacional

Un magnífico y fortísimo video cuyo descubrimiento tengo que agradecer a mi amiga María Fernanda. Food for thought...

30 de junio de 2007

Fragmento

Un sabio en una multinacional reparte el correo entre los empleados. Una secretaria disfraza de expediente un poema. Los números destruyen las vidas de unos cientos. La palabra se congela en la repisa de un laboratorio genético. Es el adviento del desastre. Los cuervos graznan. El aleph, bajo el peldaño, parpadea y ya no hay Nada.

La mirada del otro

Fragmentos sobre la pintura de Ángel Leiva por Francisco Lira


Uno


Viene Leiva (peintre-poète) cultivando, con detenimiento y despreocupación, desde hace ya bastante tiempo, junto a la celebración de la poesía, su esfuerzo más logrado, la celebración de la línea y el color, que es acaso la sensualidad de la pintura. Sucede que para La mirada del otro, ver es el modo en que los ojos meditan sobre el trazo y el libre juego del color. La pintura de Leiva, a medias entre la tenacidad del dripping y su tensión expresiva, no se abandona a la facilidad del resultado, y persiste en mostrarnos que el color posee su propio dominio y cada pintor ha de lograr el gusto que lo aprueba.

La pujanza del color, el vuelco vertiginoso del mismo, la gestualidad del trazo, la autenticidad de las emociones visuales, la apetencia de pintar, son algunos de los rasgos que reposan, sin esfuerzo aparente, en cada una de estas pinturas. Para el pintor toda emoción termina en imagen plástica, y siente que es su emoción, esa que alcanzan sus ojos, y no otra cosa, lo que habita el soporte plano de lo pintado. En esta escurridiza pero delicada operación de pintar, de integrar figuras, motivos vivos de color –de traspasar, rápida, laboriosa y detalladamente lo prendido por el ojo–, y de pintar sin más a la manera de sus maestros –Giacometti, Bacon, Gorky, los informalistas–, con osadía y desenfado, pero sin afectación ni amaneramiento, la primera cosa a la que recurre Leiva es el gesto, el término último la luz, y, dentro de la luz, el esplendor del color. No sé si el hecho de ver puede ir más lejos, pero los ojos prosiguen su tarea cuando la mirada se detiene.




Dos


El rostro, que bajo la mirada atenta del pintor, es el asunto en el que se adentra y sobre el que abunda la curiosidad desbordada de esta pintura: todo aire, todo rigor, todo movimiento; obra que busca dar cuenta de la negación tenaz hacia lo indigno, de los brutales vaivenes de nuestro tiempo, aunque fijando a cada instante la desnudez del trazo, juego en el espacio y con el tiempo, y desvelar lo misterioso que encubre: su “maravillosa violencia” (lo que parece suceder en La mirada del otro); dando, al fin, lugar a una mezcla de sensaciones vivamente encontradas, y desde donde mostrarnos el valor de usar el trazo, pero también el dejo en la preferencia por la táctica del color para enfrentar lo inesperado. Estas escenas, han sido dispuestas según un ritmo de ver, no en la pretensión de sustituir el tema, sino en la intención de facilitar −al desocupado mirón− el adentrarse en la aventura de ver. Hay en estos cartones un préstamo de pintura en pintura; hay, también, dibujo, cultivo de una vieja sabiduría: sabor y saber gestual.

Estas pinturas buscan su aposentamiento en el gesto, pero, sobre todo, en el gesto en trance de ver, como si en estos cuadros no hubiera otro mayor secreto del que muestran algunos momentos desnudos, donde la gestualidad pintada es lo que a cada instante expresivo queda sin expresión, o, dicho de otro modo, donde el gesto pintado es el vacío expresivo que permanece en cada movimiento; al tiempo que el pintor lo dota de una utilería propia de nuestro tiempo, sin pretender la fabulación, sino la fuerza del misterio; poseen, también, estas escenas, una impronta lírica en el uso del color, que las nutre de una gran energía expresiva y emocional.

Luz, pero también aire; es aire y luz, como puede verse, lo que pinta Leiva, lo que vemos en la ilusoria profundidad de sus cartones, en la poética de los materiales empleados; y se expresa en un lenguaje de claras resonancias rítmicas, tan expresas como expresivamente –casi cabe decir exclusivamente– gestuales, lleno de analogías, y resuelto frente a las dificultades.

El gesto, el silencio como una metáfora de la visión limpia, se expresa en estas pinturas simbólicamente: pues, el pintor tiene en cuenta la circunstancia viva, el carácter corporal entero, no sólo el rostro, la boca, las manos, sino el gesto pleno que mueve rítmicamente todos los extremos. El pintor nos propone retomar caminos de reflexión y pintura que parecían cerrados, invitándonos a su actividad favorita: ver. Volver a mirar, insistir una y otra vez en los modos de ver, que es pintar de otra manera; aunque no lo hace desde una perspectiva ingenua, sino que incita a que de nuevo veamos lo ya visto, porque es un proceso de descubrimiento que permanentemente se reformula, implicándonos así en una tarea continua de paciente y deleitosa indagación.

28 de junio de 2007

I N V I T A C I Ó N

Tenemos el agrado de invitarles a la muestra de pintura del poeta y pintor Ángel Leiva,
que, bajo el título de: "La Mirada del Otro", tendrá lugar el día miércoles 4 de julio de 2007,
a las 20 Horas, en Canal Sur - Radio Television de Andalucía.
Calle José de Gálvez 1, Isla de la Cartuja - (Al lado de Isla Mágica), Sevilla. Teléfono 955 05 46 00

P R E S E N T A N

Profesor Pedro Vera Hormazábal, Universidad Internacional de Andalucía.
Dr. Rafael de Cózar, Departamento de Literatura de la Universidad.de Sevilla
Profesor y Escritor Francisco Lira, La Carbonería de Sevilla.

Al finalizar este acto habrá un brindis de Celebración por la pintura de Ángel Leiva.


Tríptico de la Exposición (MUY INTERESANTE)

23 de junio de 2007

Guárdame el secreto

María volvió de entre las yerbas con las mejillas encendidas, el pelo pegado al sudor del cuello y los calcetines sucios. Escondía algo a la espalda, guardándolo con el celo que suelen poner las niñas en sus secretos.

Yo tendía las sábanas haciéndome la distraída.

A la noche, le brillaban los ojos y la fiebre le hacía tiritar. "Excesos para una niña de ciudad", decía la abuela.

Bajo las sábanas empapadas seguía escondiendo ese algo suyo.

Al amanecer, María lloraba desconsoladamente aunque ya no tenía fiebre. Su secreto ahora era tan sólo un tarro de cristal con un puñado de mariposas muertas.

"Quisiste atrapar el campo", le dijo la abuela muy seria. Como una niña grande reprendiendo a su muñeca.

Yo me alejé a la cocina a fregar platos, lejos de cualquier infancia. Preocupada tan sólo por el menú del día.

(Para todas mis niñas del foro "Adict@s al blog", porque saben preocuparse de guardar a buen recaudo lo que les quedó de la infancia :))

19 de junio de 2007

Trenes hacia Tokio


"Trenes hacia Tokio" de Alberto Olmos fue galardonada con el X Premio de Arte Joven de Novela de la Comunidad de Madrid.

Es una novela de exploración, tanto en las formas como en el fondo. Está construida hábilmente a partir de retazos aparentemente inconexos que han sido asociados por algunos críticos con la estructura de los blogs o diarios en internet, como el que mantiene el propio autor. Lejos de ello, ese minimalismo es un ejercicio consciente de acercamiento a la literatura japonesa, que concentra al máximo su esencia en los haikus.

Como ocurre en "Poeta en Nueva York" de Lorca (guardando las distancias pertinentes entre una y otra obra), la narración superficial y la profunda son bien distintas. Aparentemente, se recoge la estancia de un occidental en el extraño mundo nipón, pero en su fondo la narración es otra: la exploración de sí mismo y de los otros llevada a cabo por un ser aislado y alienado por su perplejidad ante el mundo que le rodea.

Un personaje que recuerda vagamente a Holden en "El guardián entre el centeno": encerrado en su propia soledad, marcado por la incomprensión propia y ajena y que encuentra su lugar tan sólo junto a la pureza de los niños, seres aún no contaminados por la sociedad de consumo, el culto a la belleza, la ambición y la desesperanza.

Una maduración que culmina con la vuelta al país de origen, el reencuentro con la raíz y la propia identidad; alejándose del extrañamiento en un mundo de otros. Una gran metáfora de la búsqueda del yo y su encuentro.

Un excelente ejercicio de destreza literaria que se desarrolla sobre un armazón mínima, aunque suficiente, para construir los engranajes de una bella novela.

Una nueva lectura recomendada.


(He de agradecer a Agente Naranja el comentario que hizo en su blog sobre el libro. Me lo compré siguiendo su opinión, así que gracias mil :))

16 de junio de 2007

David y Goliat

Últimamente, supongo que por una sensibilidad adquirida hacia el tema, me encuentro con muchas personas que hacen gala de una vanidad hiriente y ridícula. Veo ambición, veo muchas máscaras, demasiado afán por demostrar al otro cuán maravilloso es uno mismo... De un tiempo a esta parte, mis mejores conversaciones son las que mantengo con el guardia de seguridad en el trabajo, con la limpiadora o la camarera que me sirve el desayuno: gente de verdad (quien haya leído "Despacho 101, Memorias de un Ingeniero" me entenderá perfectamente).

Me alarmo ante la velocidad con que se reduce mi lista de personas entre los seres humanos.

Y hoy, me he dado cuenta de que la culpa de esa reducción sólo la tengo yo misma, porque aún no se mirar como debería. Ahora sé que hay muchas personas que todavía permanecen ocultas a mis ojos poco perspicaces...

Hoy David ha vuelto a ganar a Goliat y joder, qué patada en los huevos le ha metido.

(Gracias Fanshawe)

6 de junio de 2007



Pues sí, ¡hoy es mi cumple! :D


Actualización (7/6/2007):
¡Vaya peaso de regalo que me hizo Tati!!!!!



Y otros también se pasaron con lo bien que me hicieron sentir. Me siento muy querida. Gracias a todos y gracias a uno.

3 de junio de 2007

Los dos Luises


"Los dos Luises", publicada en el año 2000, fue premiada con el Herralde de Novela. Es la primera novela de Luis Magrinyá, escritor mallorquín nacido en 1960 y que había generado, ya en el momento de la publicación de "Los dos Luises", grandes expectativas en el mundo de la crítica, a raíz de la publicación de sus relatos.

Es una novela de gusto ácido y enormemente irónica. En ella se disecciona una de las mayores tragedias del ser humano en el mundo civilizado: el trabajo (adviértase la irónia de servidora en este caso). Los tejemanejes en la redacción de una revista cultural, la ambición y la inutilidad (casi siempre unidas y esto, por desgracia para mí, no es irónico), forman el ambiente que da la bienvenida al protagonista al mundo de las personas adultas, útiles y valiosas, que trabajan.

El lenguaje de regusto barroco y casi pedante, sirve de hilo conductor a la crítica que se expresa desde la intelectualidad y la formalidad perfectas. Al mismo tiempo, entorpece la llegada del lector y le exige un esfuerzo que pretende situarle del lado de los merecedores de entender la ironía.

Una novela muy divertida, capaz de arrancar la carcajada cómplice y de lectura recomendada para todos aquellos que, por desgracia, no han sido agraciados aún con la lotería y tienen que seguir levantándose cada mañana para ir a trabajar.


"No saber qué hacer con los inútiles no debería ser una excusa para darles trabajo ni mucho menos, como sucede con exasperante regularidad, para hacerlos jefes"

23 de mayo de 2007

Llegas a casa tras un duro día de trabajo:
te han asaeteado los costados,
llenado tus oídos de vanidades,
te pican los ojos
quizá porque no hay primavera este año.

Y al fin y al cabo sabes que no es nada de eso lo peor.

Lo que carga ese fardo insoportable que te encorva
es la vocecita maldita que se pasa el día reventándote,
ésa que te recuerda que hoy pensabas en otra cosa cuando besaste a tu marido al salir de casa,
que ayer no escuchabas cuando Manuela lloraba al otro lado de un frío teléfono,
ésa que te recrimina sin pudor que te estás saltando la dieta de nuevo...
Ésa.

Se te empiezan a acumular los tiempos perdidos
y no te quedan manos para tapar los agujeros.

Aletea un pájaro nocturno al otro lado de la ventana
y sueñas con que al llegar a casa fuera posible
-¡qué maravilla si lo fuera!-
bajar la cremallera de tu cuerpo,
sacar los pies despacio y luego el resto,
quedarte tú, desnuda, libre de tí
y evaporarte entonces
como una niebla fresca.
Que tu fueras la primavera inclinándose sobre el huerto
para susurrarle a las ortensias
que esta vez no llegaste tarde por culpa del trabajo,
que no olvidaste el aniversario,
y que tienes todo el tiempo del mundo ahora

para redimirte

y liberarte

o desvanecerte para siempre.

(26-5-2007/21:16->Introduzco unos pequeños cambios en las conjunciones de los versos finales, sugeridos por Ángel Leiva)

21 de mayo de 2007

Mis crónicas marcianas


Para el libro de Bradbury no habrá reseña... me he atrevido a escribir mi propio capítulo para "Crónicas Marcianas" (no sé si las fechas y otros datos están correctos, si hay algún fanático que me descubre algún fallo que me perdone y avise :P)

Gracias al Chache por prestarme el libro :*


Todo había empezado años antes cuando los bibliotecarios de los Estados de la Unión se organizaron clandestinamente a través de una de las subredes de la antigua Internet. Ésta se creó en sus orígenes de forma distribuida y con un hermetismo que pretendía ser su mayor defensa ante el enemigo y que la acabó convirtiendo en una red indocumentada e incontrolable que el gobierno no pudo destruir. Así fue como acabó en manos de las nuevas sociedades ilegales, entre ellas la Liga por la Salvaguarda de la Cultura.

Woodrow Wilson fue el mentor de la asociación. Cuando se creó el Comité de Intervención contra Irregularidades en la Transmisión de la Información, Woodrow era bibliotecario en el campus de la Universidad de California en Irvine.

La suya había sido la típica historia del chico que destaca en los deportes hasta que una lesión trunca su carrera. Sus padres intentaron que durante la larga hospitalización mientras su rodilla se recuperaba, se aficionara a la lectura sin embargo no lo consiguieron. A Woodrow, por aquel entonces, no le gustaban los libros.

Cuando, muchos años después, entró a trabajar en la biblioteca de la Universidad, apenas podía creer los giros inesperados que había sufrido su vida hasta llevarle a aquel punto. Tampoco habría imaginado que con los años se convertiría en un profundo amante de los libros y finalmente, en uno de sus defensores. Sin embargo, así fue.

Cuando el Comité de Intervención envió al primer auditor a la biblioteca donde trabajaba Woodrow, su objetivo era tan sólo obtener un inventario detallado de los fondos. Durante las siguientes visitas, sin embargo, se fueron retirando partidas de libros considerados perjudiciales. Los límites de lo permitido por el Comité se estrecharon poco a poco.

En cierta ocasión se llegó a hacer una pira en mitad del campus de Irvine en la que ardieron obras de Lovecraft, Poe, Husley, Bradbury... para escarmiento de las mentes en exceso imaginativas de los estudiantes.

La sociedad aceptó la censura como la menos mala de las medidas posibles contra la inseguridad ciudadana y la crispación política. En sus memorias, Woodrow transmitía su convencimiento de que los grandes poderes políticos y económicos habían manipulado a la opinión pública hasta poseer la más poderosa herramienta de control sobre cualquier grupo humano: el miedo. Quienes más tarde formaron la Liga por la Salvaguarda de la Cultura, creyeron firmemente en el legado de Woodrow Wilson. Intentaron por todos los medios salvar de la destrucción el mayor número posible de libros pues se habían convertido en símbolo de la antigua humanidad en la que el conocimiento y la expresión eran libres.

La Liga contó mayoritariamente en sus filas con bibliotecarios y algunos profesores universitarios. No llegó a extenderse a otros sectores de la población antes de que el terror hiciera surgir en la sociedad una fobia generalizada ante los libros que no fueran prácticos manuales de conducción de naves o uso de maquinaria. También circulaban libremente las soporíferas crónicas enviadas desde las colonias en Marte de las que se había suprimido toda propaganda política o menciones al exterminio que la humanidad había llevado a cabo sobre la raza marciana. En la Tierra, todos consideraban a Marte como un planeta que siempre había estado poblado por humanos.

Hubo algunos mártires en la Liga, sin embargo jamás fueron venerados o idealizados por sus compañeros. Al fin y al cabo, se trataba sólo de seres humanos de los que en la tierra se contaban por millones, pero libros quedaban apenas unos pocos miles escondidos como preciados tesoros en zulos clandestinos.


Cuando la guerra comenzó oficialmente, los mensajes en la subred de la Liga empezaron a multiplicarse. Algunos miembros se resistían a creer que la situación fuera tan grave. Pero los más pesimistas (que demostraron luego ser los más realistas), empezaron a revisar los planes de evacuación de la que habían dado por llamar operación Última Sabiduría. En aquel momento Última Sabiduría pretendía salvar los apenas mil quinientos ejemplares de obras literarias que habían rescatado. En los años de guerra, este número apenas aumentó en unas pocas decenas.

Quien dio la voz final de alarma fue Sally Norton de Missouri, bibliotecaria desde hacía treinta y dos años. Media docena de los ya pocos miembros de la Liga abandonaron incapaces de aceptar el ultimátum.

Es de suponer que en la tierra había más naves ocultas. El gobierno prohibió su posesión por los ciudadanos en dos mil tres pero algunos se arriesgaron a conservar sus naves por lo que el futuro pudiera deparar. La Liga consiguió una nave en el mercado de contrabando después de que se hubiera puesto en marcha la prohibición. La escondieron en un búnker subterráneo pensando que en realidad jamás la necesitarían. Cuando la guerra fue tomando una intensidad preocupante, el plan de evacuación que habían trazado dejó de ser un posible simulacro futuro para convertirse en una realidad triste pero inevitable.

Tardaron doscientos veintiún días en prepararlo todo. Finalmente, Sally Norton y su marido John fueron los únicos en abandonar la Tierra. El día trece de Mayo de dos mil dieciséis, una nave clandestina abandonó la Tierra cargada tan sólo con una parte de los fondos de la Liga. El abandono de algunos de sus miembros implicó la pérdida de varios cientos de ejemplares que fueron retenidos por sus custodios e incluso, en uno de los casos fueron pasto de las llamas. Desaparecieron en la quema las obras completas de Sartre, "El principito", "Trópico de Cáncer" y Eric Copper, uno de los fundadores de la Liga que ante el dramatismo de la situación bélica en la Tierra, decidió acabar con todo.

Aterrizaron en Marte una mañana, cansados del viaje y aún temerosos de que alguien los hubiera seguido o diera con ellos más tarde. Ni siquiera pararon a descansar, continuaron con el plan e iniciaron inmediatamente las búsqueda de un lugar donde almacenar los libros. Conscientemente descartaron las antiguas colonias humanas y se decidieron por una hermosa ciudad marciana que encontraron entre dunas a varios kilómetros de su punto de aterrizaje.

Bellísima, solitaria, abandonada mucho antes que las ciudades humanas, les pareció el lugar perfecto para que los libros salvados permanecieran ocultos. Trasladaron las cajas de la nave a la ciudad. Siguieron trabajando incansablemente durante muchas horas. Una vez acabada la tarea, se alejaron en barco río abajo, en dirección contraria a la ciudad. Se encontraban a un par de kilómetros del punto de aterrizaje cuando se produjo la explosión programada que destruyó la nave. Así eliminaban cualquier rastro de su fuga. Al mismo tiempo que la nave estallaba un dolor profundo se instaló en sus corazones y les hizo mirar hacia el cielo marciano. Casi la vieron antes de desaparecer del firmamento. Ya no quedaba nada. Sintieron en el pecho los gritos de millones de seres desapareciendo junto a su planeta. La guerra había terminado.

Sally Norton falleció una semana después de su llegada a Marte. Ella y su marido estaban viviendo en una de las antiguas colonias humanas del planeta. Podrían haber sobrevivido allí durante siglos gracias a las reservas de alimentos que los terrícolas habían abandonado cuando regresaron a la Tierra. Sin embargo, les ganó la vejez o quizá la tristeza. El marido de Sally Norton no llegó a agotar nunca todo lo que la humanidad había dejado atrás.

10 de mayo de 2007

UNIVERSIDAD INTERNACIONAL DE ANDALUCÍA

Rectorado

SALUDA

A Vd. y se complace en invitarle a la presentación del libro


Celebración de la Poesía


, del poeta y pintor Ángel Leiva, que tendrá lugar el próximo domingo 13 de mayo, a las 19 horas, en la Carpa principal de la Feria del Libro instalada en la Plaza Nueva de Sevilla.

7 de mayo de 2007

Rutinas (1+1=n) 2.0

(Como decía en mi anterior post con la relectura del texto me di cuenta de que quería cambiar mil cosas, así que me he puesto manos a la obra, que quien no corrige no aprende...)

Mandó a la mierda al médico con una soltura inesperada para un educado caballero como él. Si era cierto que le quedaba un mes de vida, qué menos que blasfemar contra el portavoz de la noticia. Se marchó con intención de dirigirse a su casa pero la sola idea de encontrar allí a su esposa le empujó dentro del primer tugurio que encontró en su camino.

La mujer del notario se encontraba en aquel mismo momento sudando las sábanas acompañada de un moreno cuyo nombre desconocía. La señora había contraído matrimonio con el notario hacía cinco años -ella 25 y él 67 años-, seis meses después de que su novio, con el que convivía desde hacía un año, se marchara a comprar whisky para no volver más, llevándose lo puesto y probablemente un tanga negro con encajes que desapareció del cajón. Tras la boda, se fue a vivir a casa de su marido donde le tocaría convivir con la suegra, señora religiosa y pía donde las haya a la que desde hacía décadas se le aparecía la virgen todos los viernes a las 6 y media y la ponía al día de los acontecimientos que estaban por suceder. El primer viernes tras su llegada a la casa, la virgen advirtió a la anciana y ésta a su vez a su hijo, de que aquella chica sólo buscaba quedarse con el dinero y de que en realidad no le quería. Una afirmación muy sensata pero por desgracia tan verdadera que fue suficiente para mandarla de cabeza a una residencia donde quedó acusada de senil y loca.

En casa del notario las asistentas del hogar iban y venían cambiando de cara tan rápido que el buen señor dejó de tomarse la molestia (si es que se la tomó alguna vez) de aprender el nombre de las chicas y simplemente las llamaba a todas Petra -en honor a la famosa heroína del cómic-. La Petra que trabajaba en la casa cuando la señora madre del notario se marchó a su residencia de relax fue pronto considerada por la esposa como demasiado voluptuosa para conservar su puesto. Confirmó ésta su idea cuando vio por la puerta entreabierta de la cocina a su esposo posando las manos con toda energía sobre las nalgas de la chacha que reía la gracia peligrosamente dispuesta a no perder su trabajo bajo ningún concepto. Aquella Petra no volvió a pisar la casa sin que la señora del notario diera jamás más razón para el despido que su falta de talento en la limpieza del hogar. A partir de entonces las asistentas superaban con creces los cincuenta años. Se valorará desprecio por el aseo personal.

El notario se sorprendió al encontrar en aquel tugurio a Petra; jamás habría imaginado que pudiera existir en otro lugar que no fuera su casa ni que pudiera vestir algo distinto al uniforme y la cofia. También le extrañó el saludo tan seco con que correspondió a su sorprendido gesto de reconocimiento y es que en casa siempre había sido dulce y cariñosa. Se sentó al lado de la visiblemente (para todos menos para el notario) disgustada mujer y sin más le fue describiendo punto por punto el proceso de diagnóstico al que le habían sometido hasta llegar a la triste conclusión. Fue regando su discurso con alcohol así que, conforme avanzaba en su relato, el riego incluyó también perdigones de saliva y palabras pronunciadas con la dificultad de una lengua dos veces mayor de su tamaño normal. Hacía un buen rato que la muchacha se había marchado dejándole sumergido en su discurso cuando se dio cuenta de que no quedaba nadie en el local. Las sillas estaban patas arriba en el mostrador y un amable caballero de considerable envergadura, piel oscura y con un ojo de menos, le invitaba amablemente a marcharse a la menor brevedad, previo pago de la engrosada cuenta.

Petra se dirigió a su casa caminando a buen ritmo y acordándose de la buena señora que trajo al mundo al notario. Llegó pronto al suburbio, quitó el candado y la cadena que sustituía la cerradura desde la redada policial. Dentro se encontraba su hombre durmiendo la mona sobre un colchón sucio en el suelo con un tanga negro con puntilla -que no era de Petra- sobre la barriga. Ella se sentó en el sillón y se echó a dormir tranquilamente. Al día siguiente tenía pensado dirigirse a la residencia de ancianos a seguir trabajándose a la madre del notario a fin de sacarle los cuartos. La visita resultaba ser un viernes, así que seguramente sería interesante.

El moreno se levantó de la cama cuando consideró, por el espaciamiento de los ronquidos, que la señora del notario se había quedado por fin dormida. Se dirigió como una flecha hacia el bolso que colgaba de la silla mientras se iba poniendo los pantalones; tareas ambas llevadas a cabo al mismo tiempo con una pericia que sólo podía deberse a la práctica. Sacó los cien euros que había en el monedero y se marchó de la casa llevándose de paso una foto de la señora con algunos años menos y un bikini minúsculo. La foto fetiche acabó en su cartera junto a otras como la de una chica con uniforme y cofia que conoció una vez en la puerta de la residencia de ancianos donde trabajaba su novia. Bajó rápidamente a la calle, cruzándose sin saberlo con el señor notario a la altura de la esquina y entró a tomarse una copa en el primer tugurio que encontró en su camino.

Finalmente el notario llegó a casa, se colocó el pijama de rayas celestes y se metió en la cama junto a su esposa. La besó en la mejilla y le susurró suavemente, con una dicción deficiente pero voluntariosa: "enhorabuena cariño, te ha tocado la lotería".

6 de mayo de 2007

Publicación en "El fantasma de la Glorieta"

Hace mucho tiempo (tanto que casi lo había olvidado) envié a la revista "El fantasma de la Glorieta" mi relato "Rutinas (1+1=n)". Pues bien, hoy he descubierto que en el número catorce de la revista se incluye este relato.

Es una buena noticia :) También lo es releer un texto mío de Agosto del año pasado y darme cuenta de que en este momento cambiaría mil cosas: señal de que he aprendido algo en todo este tiempo.

Estoy contenta :)
Lo razonable es no quemar nunca las naves.

Lo razonable es guardar las distancias,
coger siempre el teléfono,
conservar los amigos tibios,
hacer dieta y deporte moderado.

Lo razonable parece ser también
alcanzar los propósitos -a toda costa-,
bailar la música que suene,
aspirar a baños de multitudes.

Juega aunque sea sucio.

Por poco razonable que parezca
decido seguir en este isla.

Veo los barcos ardiendo.

La tripulación
hecha de perdedores y fracasados
baila en torno al fuego.

Tienen los labios sonrientes y los ojos asustados.

Les miro
y rezo por que en su locura
jamás irrumpa lo razonable
y así
podamos permanecer a salvo
en esta isla desierta.

1 de mayo de 2007

Música de cañerías


Bukowski empieza donde acaba Carver. Lo que en el segundo es ominosa sombra sobre las vidas de sus personajes, en Bukowski es pesadilla hecha realidad.

Sus relatos postmodernos diseccionan una sociedad de seres alienados y perdidos. El sexo, las drogas, lo escatológico, lo soez, es sólo el envoltorio de una profunda meditación sociológica y humana. Bukowski se aleja radicalmente del intelectualismo en las formas pero alcanza, mediante la eliminación de todo recurso lírico o eufemístico, una eficacia demoledora. La sencillez es quizá el canal más apropiado para los mensajes complejos.

Sus personajes acabados, fracasados, confusos, se dibujan en medio de un mundo al que no pertenecen. El estupor de su propia consciencia es en Carver una promesa de apocalipsis y en Bukowski un completo infierno. No hay salvavidas, ni siquiera esperanza a la que aferrarse. Más descarnado que en el peor Sartre, su existencialismo es corrosivo y deja al lector desnudo ante sus propias miserias.

Porque esa es la consecuencia de su transgresión aparentemente adolescente: demoler las defensas que a base de mojigatos prejuicios nos construimos los seres socializados. Tras cada atrevimiento el lector queda más y más solo ante la verdadera estructura social. Se desvanece el punto ciego que nos permite mirar al mundo olvidando su peor parte.

Una lectura poco recomendable para seres sensibles por dura y sísmica y sin embargo, apropiada para mentes sedientas de expansión...

25 de abril de 2007

De(s)encuentro

El artista lloraba porque su paleta se había quedado dormida. La llamaba a voces, la golpeaba contra los muros, pero era inútil.

Pocas personas se hacen cargo de la desnudez que padece un artista sin paleta.

A partir de aquel momento la llevaba siempre con él. No habría podido perdonarse que ella hubiese despertado sin encontrarle a su lado. Debía ser así: despertaría y le encontraría observando. Ella sería feliz. Sabría, como se saben las cosas que son ciertas, que siempre había estado protegida, que él había velado su sueño.

El artista paseaba a menudo por un parque urbano de esos cubiertos de migas de pan. Caminaba sintiéndose vulnerable por ese parque cuando, abandonándose a la desesperación, lanzó la paleta contra un árbol y allí la dejó arañada pero aún dormida.

Al día siguiente volvería a buscarla llorando, arrepentido, humillado frente a su poca determinación. Encontró a su paleta distinta, algo más pesada. Volvió a casa.

Aquella noche ella habló en sueños por primera vez. Las palabras surgían entrecortadas y el artista sólo alcanzaba a descifrar su sentido tras un gran esfuerzo. Logró entender que los parques son muy distintos a los bosques. Que los árboles urbanos saben del exilio. Ella hablaba de migas de pan duro.

Pocos días después, caminando a ciegas por la ciudad, el artista presenció una escena que le conmocionó: frente a un hospital un enfermero saltó de una ambulancia llevando a un niño pequeño en los brazos. Puso todo su empeño en encontrar sus ojos pero no pudo. Aquella noche la paleta susurraba que los ojos no existen. Lo que vemos es su reflejo generado a gran distancia hace millones de años.

Una mañana gris acudió al mar buscando consuelo. Llevaba como siempre su paleta bajo el brazo.

El artista creyó escuchar aquella noche la extraña historia de un barco que cada día zarpaba vacío de un lejano puerto para volver siempre cargado de pasajeros: unos hombres delgados y de grandes ojos desconcertados. Nadie les oyó nunca hablar. Nadie pudo evitar amarles profundamente.

La noche siguiente la paleta pronunció las palabras 'hambre', 'frío' y 'miedo'. Pero esas tres palabras fueron suficientes para que en su mente se formaran claras las imágenes: un esclavo encerrado en una pirámide sellada, el oxígeno agotándose. Escribía en las paredes su injusto asesinato. De la desesperación sólo le salvaba la esperanza de que en el futuro los hombres supieran de su fatal destino. Luego le asaltó la luminosa imagen de un soldado francés tropezando con una piedra.

El artista ya no atendía a las palabras de su paleta, le bastaban las imágenes. Donde antes hubo lenguaje ahora sólo había ideas. Convocadas como por hechizo acudían en avalancha aturdiéndole. Eran imágenes poderosas. Las mismas que hicieron a los primitivos gurús hablar de los dioses por primera vez entre los hombres.

Casi no abandonaba la cama. Navegaba en duermevela entre las sensaciones que su paleta dormida le susurraba.

Un día, inesperadamente, la paleta abrió los ojos. Cualquiera hubiera esperado una conmoción en el mundo, que algo extraordinario hubiera ocurrido. Quizá que el torrente creativo que la paleta contenía y del que había destilado apenas unas gotas entre sueños, se hubiera lanzado contra el mundo dejándolo sumido en el estupor.

Sin embargo, nada trascendente ocurrió. Sólo un pequeño acontecimiento que pasó desapercibido a todos: la paleta despertó y le encontró a su lado. Ella supo que su sueño había sido velado y fue feliz. Así el artista pudo cerrar los ojos y dejar que fuera ella la que a partir de entonces velara su sueño.

18 de abril de 2007

Esta historia


No es ningún secreto que Baricco se estaba convirtiendo en uno de mis autores favoritos. Ahora, tras la lectura de "Esta historia" ha escalado bastantes puestos. "Océano mar" y "Novecento" son libros fuertemente poéticos. "Esta historia" es un libro de ejercicio narrativo. Usando distintas voces, elípsis, giros inesperados en el tono y el contenido, Baricco nos cuenta una historia que en su fondo puede ser entendida como toda una lección filosófica y artística.

La estructura es compleja. Se pide del lector paciencia y esfuerzo, pero se le recompensa sobradamente. La lectura profunda de su mensaje -transmitido de forma tan oríginal- produce el placer de las grandes y acertadas metáforas.

Las carreras de coches a principios del siglo pasado, la guerra en su dimensión más humanística, las relaciones humanas, la búsqueda del significado de la vida, la amistad, el amor, el erotismo,... todos son temas de esta novela que no acepta resúmenes. Una narración en la que los personajes están tremendamente vivos, son reales y bien definidos pero jamás se acercan a la caricatura o al naturalismo. Son las descripciones que un poeta hace de la humanidad.

Una magnífica novela. Una lectura muy recomendada.

15 de abril de 2007

Videojuegos de plataforma

...pues sí que han evolucionado desde los tiempos de mi querido Alex Kidd O_O



(Vale, estoy abusando del youtube, pero con la vuelta al cole no tengo muchas energías para escribir nada propio)

Fito y fitipaldis

:). Ahora, para el próximo me pongo tacones que no veía ná :P

9 de abril de 2007

Encontraron al gurú saciado de vida,
lo había visto todo.
Conocía a los hombres,
sabía de sus instintos,
de su esencia.
Embotado por su sabiduría casi había perdido el habla
y sólo alcanzaba a repetir:
"¡Socorro!"

7 de abril de 2007

Scissor Sisters. Laura

M.C. Escher. El arte de lo imposible


El fin de semana pasado el nene y yo tuvimos la (muy perseguida) oportunidad de disfrutar de esta exposición organizada en Madrid. En el Centro Arte Canal en el parque de Plaza de Castilla se han recogido 135 obras en un modo muy al gusto del artista. Además de los grabados, litografías y dibujos podemos disfrutar la caja mágica y la mezquita isotrópica, en la que gracias a un montaje de columnas y espejos podemos formar parte del juego que proponen las obras de Escher.

Una visita imprescindible para los amantes de este artista original e inclasificable. Hasta mediados de este mes la exposición mantendrá abiertas sus puertas y es que se ha prorrogado su clausura tras la avalancha de visitantes. A él le habría encantado saber que es el gran público quien más admira su obra. Y creo que los informáticos más geeks le habríamos caído bien :)

Dejo algo de material interesante sobre Escher y también un fragmento de la película "Dentro del laberinto" inspirado en su obra:


Novecento. La leyenda del pianista en el océano.


Hay dos formas de contar una historia. Una, al estilo de las larguísimas novelas decimonónicas: describiendo con detalle cada situación, cada personaje, creando en la mente del lector una copia fiel de la historia que imaginó el escritor.

La segunda es un engaño. Lo es porque se disfraza de sencillez sin ser sencilla. Se trata de economizar los recursos. Busca usar el menor número de pinceladas posibles para conseguir un gran cuadro. Construir para el lector un andamio de historia y exigirle que sobre ella cree, que se convierta también en artista. Probablemente el resultado no tenga nada que ver con la historia imaginada por el autor, pero ese puede ser precisamente el objetivo.

Ambas estrategias son acertadas, coexisten y han dado lugar a grandes obras tanto en la literatura como en otras artes.

"Novecento" pertenece al segundo enfoque. Es el guión de un monólogo teatral de Alessandro Baricco que también fue llevado al cine. Es bello, (me advirtieron del pleonasmo) Es sencillo, es equilibrado y es tremendamente hermoso. Una historia como un sueño: la del mejor pianista del mundo que nació y creció en un barco sobre el mar y jamás pisó tierra firme. Música, jazz, mar, sueño, libertad. Un perfecto andamio sobre el que construir una historia de esas que jamás nos abandonan.

No dejéis de leerlo. Otra lectura recomendada.

29 de marzo de 2007

25 de marzo de 2007

Por aquella época yo cambiaba intencionadamente mi rumbo por encontrarle. Una isla en medio de tantos transeuntes confusos. Harapiento, sucio, apestoso. Nadie le veía ya, confundido con la ciudad como un edificio más, una papelera o un perro abandonado. Era invisible.

Sin embargo, yo comenzaba aquella calle con el alma ansiosa de encontrarle. Me iba desnudando poco a poco. Atrás quedaban los imprudentes altibajos de mi débil carácter, los malos sabores de mi boca. Atrás quedaba todo lo mío que no quería ser yo.

Prefiguraba en mi mente su forma de coger el violín: con la delicada atención del náufrago que se aferra a su tabla. Su cuerpo meciéndose. Los ojos entrecerrados. Su espíritu atrapado en la belleza.

No apagaba mi deseo el hecho de que no hubiera violín ni música. Aún hoy es para mi un genio, el mejor y más grande músico del silencio.

24 de marzo de 2007

París no se acaba nunca


He descubierto recientemente a Vila Matas y ha pasado a formar parte del grupo de autores que más me interesan.

"París no se acaba nunca" es una novela-conferencia-ensayo-guiño donde el autor visita sus recuerdos (reales o no, eso el mismo lo justifica) de juventud en París. Allí marchará a vivir la bohemia, a ser artista en las formas, a escribir su primera novela.

Este es un libro de metaliteratura de la metaliteratura. La narración aparentemente espontánea y desordenada de unos recuerdos. En esta especie de monólogo casi hablado se entrelaza la poesía, las referencias literarias, las reflexiones más profundas.

Con un formato que aparentemente podría aburrir al lector, Vila Matas demuestra su gran maestría captando su atención de principio a fin. Es éste un libro que divierte y se disfruta. Está cargado de una finísima ironía y una seductora inteligencia.

En algún sitio leí que es un libro para amantes de los libros. Recomendado para todos los lectores empedernidos. Quiero pensar que no andamos en vías de extinción.

Océano mar


Un libro sublime. Esta es la única forma en la que puedo empezar a hablar de él. Su autor es Alessandro Baricco. Italiano. Famoso por su novela "Seda".

"Océano mar" es una novela pero es también un gran poema. Es belleza. Es literatura.

Sus personajes quedan alojados para siempre en la imaginación del lector. Anidan en ti y viven para siempre. Su obra son las pinceladas de un maestro que delicadamente, sin prisa, construye el más bello homenaje al arte. La historia se desenvuelve magistralmente, con la precisión del batir de las olas.

Con una delicadeza casi oriental Baricco llena las páginas de magia. Este es un libro recomendado para todo aquel que alguna vez haya mirado al mar y se haya sentido parte de algo más grande que él mismo. Soberbio.

22 de marzo de 2007

(inserte su título favorito aquí)

En toda España es famosa la familia Villar de Quintana, dueños de un enorme capital y de una de las más famosas colecciones de arte de nuestro país. Lo que no muchos conocen es la historia sobre sus orígenes. Y es que hace menos de un siglo los Villar eran una familia de clase obrera como cualquier otra y fue un golpe de suerte junto con un su saber hacer lo que les ha llevado al lugar que hoy ocupan.

Los Villar son originarios de Badajoz. Juan Pedro Villar y su esposa fueron los primeros en emigrar hacia Sevilla años antes de la Exposición Iberoamericana de 1929. Vinieron como muchos en aquella época buscando trabajo y al final, también como muchos, se establecieron en la ciudad para siempre. En Sevilla nacerían sus dos hijos Miguel y Arturo.

Los caracteres de Miguel y Arturo siempre fueron diametralmente opuestos. Miguel se caracterizó desde muy niño por un temperamento afable y un sólido pragmatismo. Acabaría siendo un afamado médico en la ciudad. Arturo, en cambio, era hipersensible, enfermizo y misántropo. Desde muy niño, se sintió inclinado hacia las artes. Fue un estudiante mediocre que pasaba las clases embobado o haciendo garabatos en los cuadernos. Ya de adulto, la atracción de Arturo por el mundo de la creación era casi enfermiza.

El día 22 de Diciembre de 1966 la familia Villar de Quintana fue agraciada con el premio gordo de la Lotería Nacional. Esto cambió sus vidas. La inversión inteligente de este dinero y su gestión les sirvió para amasar poco a poco su actual fortuna.

En ese año, Arturo Villar de Quintana trabajaba como administrativo en un despacho de abogados. Este trabajo, su familia y los compromisos habituales de cualquier adulto le salvaban a duras penas de su obsesión con las artes. Conforme la fortuna de los Villar aumentaba, los pocos amigos de Arturo veían llegado su fin. El dinero compra el tiempo y el que Arturo dispusiera de tiempo le posibilitaba entregarse en cuerpo y alma a su obsesión.

Se torturaba a menudo y de muchas formas: bien con el papel en blanco, bien con el piano silencioso, el lienzo virgen o la masa de barro informe. Buscaba la inspiración del mismo modo que el barítono anciano ya retirado está atento a cualquier entradilla que le justifique para echarse a cantar. Se le antojaba que debía existir un diapasón todopoderoso, en forma de talismán, ciencia o persona, que sirviera de reclamo ineludible para la inspiración. Apenas dormía, apenas comía, no salía casi nunca de su habitación, vivía entregado por completo a su búsqueda.

Sin embargo esta situación cambió de repente. Un buen día salió de su habitación con una pequeña maleta. Se despidió de su familia y se marchó.

La historia de Arturo Villar en este punto se vuelve borrosa y casi entra en el terreno de la leyenda. Se sabe a ciencia cierta que viajó por todo el mundo. A esto se le añade un anecdotario que por imaginativo resulta increíble.

Viajó por África donde se le sitúa en distintos lugares: en Argelia buscando amuletos, en Tombuctú como investigador de los manuscritos perdidos de Al-Andalus, en Egipto siendo el visitante más habitual del museo de El Cairo. En Asia se le cita como interesado en ciertos cultos sectarios. En América del Norte cuentan que experimentó con drogas sintéticas. En América del Sur hablan de él como coleccionista de pieles y momias, como estudioso del calendario solar azteca e incluso como chamán de una tribu del Amazonas.

Viajó mucho, quizá buscabando aventura o persiguiendo siempre su imaginado diapasón.

Volvió a Sevilla enfermo y ya anciano. Lo recogió su hermano y sus sobrinos se ocuparon de él. Sólo pidió una cosa a su familia antes de morir y ellos cumplieron casi completamente. Su tumba en el cementerio de San Fernando acogió sus restos y también una enorme cantidad de lienzos en blanco, cuadernos, pinceles, plumas estilográficas, acuarelas y temples, barro, bloques de granito... Es conocido popularmente como el panteón del artista y en la actualidad es visitado por jovenes románticos y estudiantes melancólicos, pero lo que se esconde detrás sus paredes de mármol nadie lo sabe.

(24-3-2007: Unas cuantas modificaciones menores)

12 de marzo de 2007

Tombuctú

Me cuesta tanto hablar mal de los libros que no me han gustado que habitualmente ni los nombro por aquí. Lo que marca la diferencia esta vez y me obliga a hacer un pequeño comentario es que realmente esperaba que éste me gustase.

Tengo una imagen mental de lo que espero encontrar cuando voy a leer algo de Paul Auster y esa imagen es muy concreta y no, en ella no encaja este libro por más que lo intento. Para colmo, busco y busco en Internet críticas de lectores y a todos les gusta "Tombuctú", así que, o me acojo al famoso mantra "la opinión general es siempre la peor" (gafapasta total :P) o hago un ejercicio de autoevaluación como lectora y me pregunto si no estaré equivocada. Supongo que este post es ese ejercicio, quedo a la espera de que alguien me ilumine.

La historia, que es catalogada por muchos de original al ser narrada por un perro (?), discurre por caminos llanos (¿no demasiado?). La prosa es fluida y demuestra el oficio del autor, pero nada más. No ocurre nada inesperado. Es una historia dulce (demasiado, sin interrogaciones).

Me ha costado un verdadero esfuerzo terminarlo y es que la esperanza de que un giro final e inesperado dotara al libro de un valor que no he encontrado, me empujaba a no abandonar. ¿Qué sé yo? Un final que lo convirtiera en "Le petit prince" de las letras americanas o algo así, pero nada.

El título de connotaciones manidas me deja en la sospecha (y no sé si me estoy volviendo ya demasiado excéptica) de que la mano de un editor con ganas de hacer caja anda por ahí en medio y que un plazo de entrega demasiado ajustado ha hecho también su parte.

Y que conste que no tengo en ningún altar a Auster y que no tengo ninguna razón para defenderle (ni siquiera en mi fuero interno que es donde menos defensas tiene cualquier autor, WHUAAAA WHUAAAAA), es simplemente que no comprendo como el mismo autor puede escribir "Ciudad de cristal" y "Tombuctú".

Lo dicho, no me ha gustado. Quizá alguien me convenza de que estoy equivocada pero seguirá sin gustarme, me temo.

11 de marzo de 2007

Hay un fuego. Hay cuatro desconocidos en torno a él. Hay una noche fría y cerrada. Hay un perro.

Arriman las manos al fuego. En sus mentes sólo hay olvido. No hay pasado ni futuro, sólo ese presente suyo. Ninguno es capaz de mirar al otro. Los ojos fijos en el fuego.

De repente, entre las llamas aparece una mujer desnuda. Baila en el fuego sin herirse. Serpentea curvándose sobre sí misma. Su piel blanca deja traslucir un sueño. El Sueño de cada uno de los hombres que la miran.

Uno de los cuatro se levanta, toma un cuchillo que no existió hasta ese instante y se lanza feroz sobre los otros tres hombres.

Hay tres cuerpos destrozados formando un triángulo rojo y un hombre jadeante.

Se gira hacia el fuego y la mujer desaparece. El perro se acerca a él mostrándole los dientes. El hombre arroja el perro a las llamas de las que éste huye ahuyando de dolor.

Ahora el hombre se siente criminal y se arroja a sí mismo al fuego. Sin embargo, no siente nada. Aterrado comprende que está maldito y jamás podrá infringirse daño alguno.

Es justo entonces cuando el hombre despierta, empapado en sudor, en su cama helada.

4 de marzo de 2007

Retour

Me despertó la luz apagada como si la oscuridad me hubiese golpeado. Te sentí ronroneando entre las sábanas. Me parecía haber dormido una eternidad y habían sido necesariamente unos pocos minutos. Fui siguiendo atento tu respiración cada vez más pesada, cada vez más lejana.

De pronto tu olor de sueño ajeno me contrajo. Me visitó el molesto recuerdo de tus manía de frotarte las manos aún cuando hace calor, de tocarte la nariz a cada instante, de toser dos veces -exactas- cada mañana al despertar, de lavarte las manos después de comer, aunque sea una simple manzana... Te sentí tan extraña que la cama compartida se me hizo insoportable. Me levanté aquella noche con intención, te juro, de abandonar la casa.

Cogí el abrigo del perchero y fui hacia la puerta. Al ir a buscar las llaves en los bolsillos, sin embargo, mis dedos tropezaron con la moneda.

Aquella moneda fue lo único que rescaté de tu bolso. Creo que trataba de resultar heroico cuando me lancé a correr tras el ladrón pero él era más rápido. Sólo quedamos atrás la moneda y yo, que tropecé torpemente. Vencido, me volví hacia donde estabas.

Llorabas desconsolada y tu llanto no lo provocaba el robo. Angustiada te sacudías como a punto de romperte. Como un castillo de naipes desmoronándose. Me miraste y vi tu dolor. Quizá me vi a mí mismo y por eso sentí tanto miedo. No, lástima no, lástima nunca. Te puse la moneda en la mano y me la devolviste.

Quien acepta el abrazo de un perfecto desconocido es que se encuentra ausente de sí. Perdido.

No he vuelto a ver muchas veces aquel dolor en tus ojos. Cuando ha aparecido tú lo has apartado rápidamente. Nunca me explicaste qué lo provocó más que con razones que los dos sabíamos inventadas. Yo nunca pedí explicaciones.

Miré la moneda. Volví a dejarla en el bolsillo, me quité el abrigo y volví a la cama.

Tú no lo recuerdas pero te besé mucho aquella noche mientras tú dormías, muy lejos de mí.

3 de marzo de 2007

El bello verano


Hay un instante en la vida de toda persona en el que, de repente, todo cambia. O todo ha cambiado, porque ya todo es pasado. Lo que esté por venir a partir de ese momento puede que sea bueno, malo o sólo distinto, pero al fin y al cabo indescifrable. De repente, el futuro es un misterio.

El paso de la infancia y la adolescencia (en todas sus simbólogicas connotaciones) a la edad adulta puede ser para algunas personas el descubrimiento de un hueco en sí mismas que nada llena. Un anhelo proyectado hacia el futuro, esperando que algún milagro les devuelva la inocencia y la despreocupación perdidas.

Cesare Pavese pasó su vida atormentado. Una angustia de vivir insoportable acabo venciéndole. "El bello verano" retrata el tránsito de una vida de un lado a otro de la moneda. El irrumpir de un ser en un mundo de adultos que le parece hostil y penoso, pero hacia el que no puede dejar de dirigirse.

Es ésta una novela deliciosa, turbadora, un delicado retrato de una ciudad y unos días que embotan los sentidos del lector. Aparentemente una historia simple, pero en realidad una larva que va creciendo en el recuerdo devanando todo su perfecto engranaje.

Una joya.

1 de marzo de 2007

Veinte poemas para ser leídos en el tranvía. Calcomanías y otros poemas.


TOCO
toco poros
amarras
calas toco
teclas de nervios
muelles
tejidos que me tocan
cicatrices
cenizas
trópicos vientres toco
solos solos
resacas
estertores
toco y mastoco
y nada

Prefiguras de ausencia
inconsistentes tropos
qué tú
qué qué
qué quenas
qué hondonadas
qué máscaras
qué soledades huecas
qué sí qué no
qué sino que me destempla el toque
qué reflejos
qué fondos
qué materiales brujos
qué llaves
qué ingredientes nocturnos
qué fallebas heladas que no abren
qué nada toco
en todo.

Oliverio Girondo

Si Borges se sintió provinciano, yo...

(y no, no me atrevo a intentar hacer una reseña)