Hay una cantidad impresionante (no muy grande, pero impresionante) de artistas repartidos por el mundo que no son muy populares, que no salen en las revistas o la tele, que no conceden entrevistas, ni firman autógrafos, pero que tienen una creatividad y un talento que ya quisieran muchos de los que se emplean en las otras tareas.
Me encanta navegar por internet y descubrirlos. Me encanta porque disfruto apasionadamente con su trabajo, porque traen belleza a mi día a día y porque el arte, el placer estético y la creación forman parte de mi vida (una parte no tan grande como yo quisiera por desgracia).
Pero por otro lado me resulta angustiosa la comparación inevitable que hago entre mi propia creatividad y la de estos artistas. Me empequeñecen, me siento tan lejos de sus pasos que se mezcla la inevitable y siempre dual (por suerte) sensación de no poder alcanzarlos y la de tener que alcanzarlos. La gente que hace grandes trabajos motiva a los que hacemos pequeños trabajos.
Entre mis recientes descubrimientos está
Demonya, una artista con un mundo interior intenso, vivo y lleno de belleza. Padezco ahora una batalla interior entre el placer de descubrir objetos tan hermosos y la tristeza de saber que mi propia creación nunca me producirá ese placer estético. Es una maravilla lo que hace esta chica, os invito a visitar
su fotoblogPara muestra un botón...
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