8 de abril de 2025
Habitan en mí universos
—cuentas de un collar infinito—
matrioskas, fractales,
vastos desiertos hechos de relleno de embalar y algunas rocas,
cordilleras como dientes acechando un bocado,
icebergs que se expanden para alcanzar los extremos de lo real:
hacia el ilimitado fin del cielo, hacia lo hondo inasible de la tierra.
Hay en mí manglares, tundras, cimas y abismos que te devuelven, si los miras,
unos ojos tristes que abrazan.
Habita en mí la sombra inconmensurable de la certeza.
En mí la luz que no te dejará nunca abrir los ojos.
Comprenden mis fronteras los deseos más audaces y toda la impotencia del espíritu.
Soy carne, alma, latido, pensamiento.
Soy
y a pesar de tanto,
un sinfín de yoes que se turnan
frente a un espejo roto
multiplicador de lo que ya es múltiple.
Soy
el único lugar en que hallarías las claves
pues para toda respuesta guardo su pregunta.
Y, sin embargo,
tú
que lo has visto,
sin volver siquiera la vista atrás,
sigues tu camino
y pasas de largo.
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