3 de febrero de 2007

El túnel


"El túnel" es la primera novela de Ernesto Sábato, publicada en 1948 cuando el escritor contaba con 37 años de edad.

Últimamente suelo asociar íntimamente y de forma semiinconsciente un adjetivo a un libro o a un autor: de este modo Álvaro Pombo está unido para mí al adjetivo "sórdido" (he de reconocer que para mi desgracia sólo he leído "El héroe de las Mansardas de Mansard" y tengo a medias "El metro de platino iridiado", pero las asociaciones de ideas son libres aún) y es la primera palabra que me viene a la mente al pensar en él; Carver me sugiere "ominoso" y la lectura de "El túnel" me lleva inevitablemente a "tormentoso". Esa es quizá la característica más fuerte de la novela, el fragor de la batalla interior del personaje entre mil pasiones distintas.

La formación de Sábato es científica; estudió ciencias físico-matemáticas en la Universidad de la Plata y trabajó en el instituto Curie y en el MIT. Toda esta carrera científica la abandonaría en pos de su pasión: la literatura. Sin embargo, ese bagaje científico se hace notar en su forma de analizar a los personajes, las situaciones..., en su descripción quirúrjica de los procesos psicológicos a los que se ven sometidas las criaturas de su oscuro imaginario.

Es en sí mismo el escritor un ser humano atormentado, con un amplio conocimiento sobre filosofía y metafísica y afín a las corrientes existencialistas de Sartre o Kierkegaard. Él mismo se opone a la asimilación completa a esta corriente al nombrarse abanderado de su propia metafísica de la esperanza.

El túnel comienza del modo más difícil posible, como si el propio escritor se torturase de entrada con la forma de su relato:

"Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne; supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona."

No hay misterio ya para el lector sobre lo que va a ocurrir, se conoce el asesino y se conoce la víctima y sin embargo, se devana de forma angustiosa toda esa maraña de decepciones, ansiedades, frustaciones e impotencias que llevan al mortal desenlace. Un ser humano atrapado en un túnel en medio de la Vida, al que por una pequeña ventana apenas asoma una persona para llenarle de falsas esperanzas -o más que esperanzas, angustía- sobre la posibilidad de llegar a ser entendido alguna vez.

El ser humano perdido en la propia y angustiosa percepción existencial de sí mismo, suplicando puentes que le acerquen a otro ser y le libren de la horrible soledad.

En apenas cien páginas se desarrolla una gran novela, una obra imprescindible de la literatura, con una fuerza monumental construida en base a la sencilla descripción -sencilla en lo formal- de los más íntimos pensamientos del protagonista.

Los médicos aconsejaron a Ernesto Sábato que abandonara la lectura y la escritura para no empeorar su enfermedad nerviosa. Del mismo modo que a Matisse le retiraron sus propios cuadros de la habitación de hospital en que se encontraba. Desde entonces se ha dedicado a la pintura; a la proyección de su creatividad usando pigmentos y texturas. Él mismo afirma que la pintura le hace bien a su espíritu.

"El túnel" es una obra esencial para la comprensión del lado más oscuro del ser humano (... de uno mismo). Muy recomendada.

2 comentarios:

Caronte dijo...

Un libro magnífico, sin duda, y además se lee del tirón.

PD:yo asocio "ominoso" con Lovecraft ;)

Rosita Fraguel dijo...

Además que no lo puedes soltar hasta que no lo has terminado...

Lovecraft... a mi me parece más bien "inquietante", pero sí, también ominoso :)