26 de abril de 2009

Lo último que se pierde

Ocurre que hay días en que al despertar la piel se ha vuelto cristal. Se transparentan los miedos y es fácil que se desgarre en cualquiera de las pequeñas escaramuzas de lo cotidiano. Ocurre que no sabes si te ahogas o si nadas. Si eres fuerte o débil. Si hay, al fin, alguna forma de evitarlo.

Probablemente de forma involuntaria, te asomas al infierno y alguien mastica tu corazón, devolviéndotelo maltrecho. A partir de ese momento el único objetivo es sobrevivir con esa tripa que trata de latirte a duras penas.

La medicina es la música, la poesía, la caricia. Al final vuelves a estar más o menos como al principio. Algo menos. Cada vez algo menos que al principio.

Ocurre a menudo que no es el tiempo. Que la vida tiene su propio ritmo. Tú reloj y el suyo andan desparejos y sólo encuentras vanidades, realities, codazos y telediarios.

Sólo hay que saber esperar lo suficiente hasta el momento adecuado. Aunque parezca que el buen tiempo ya no llega.

Mientras tanto sólo queda sobrevivir, pasar sobre la vida. Encontrar el modo de situarse fuera de ella a esperar, que no es otra cosa que devanar la esperanza como una Penélope cualquiera...

5 comentarios:

Zuviëh S.F. dijo...

Gran realidad, te ha quedado precioso. ^_^

El problema es, que nos guste o no... tenemos el tiempo real para usarlo de referencia respecto a otras personas, independientemente que para ellos vaya más rápido o más lentamente.

Rosita Fraguel dijo...

Zuviëh, gracias por la visita, me alegro de que te gustase.

Mi acompasamiento del tiempo era un poco más metafísico, no me refería a sincronizar nuestro tiempo con el de las personas con las que convivimos, sino con la propia vida, que también tiene sus vaivenes.

Vamos, la conclusión es tan simple como aquello de que no hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista :D

Fígaro dijo...

Vivir es siempre anhelar la esperanza, colarnos por sus rendijas. Ella nos hace ser fuertes para sobrevivir, a pesar de nuestra fragilidad.

Un besazo, amiga mía.

maruja de pro dijo...

Extremoduro:
Sucede que me canso de ser hombre
sucede que me canso de mi piel y de mi cara

Anónimo dijo...

Profundo pensamiento...
La vida a veces es como una montaña rusa medio enterrada en un lago.
En las crestas lo pasamos bien y respiramos profundamente, en los valles hay que aguantar la respiración para no desmayarse.
Lo que pasa es que nunca sabemos exactamente cuando terminará el valle y cuanto durará la cresta... pero al menos disfrutamos en el viaje. Sobretodo con compañeros de vagón como tú. ;-)