27 de febrero de 2025
Plegarás las alas quemadas de sol
hasta borrar la diana de tu pecho.
Asolarás los laberintos
para con certezas abrir nuevas rutas;
ya nunca caminarás perdida.
Si llueve, ya no habrá diluvio.
el sol no volverá a incendiarte.
Serás bendecida
—de vez en cuando, quizá, pero suficiente—
y agradecerás la mano que te rescata.
No existirá maldición capaz
de cubrirte los ojos,
pero la lucidez ya nunca será amarga.
El abismo dejará de vigilarte las entrañas
porque de lo que una vez vio en ti,
aquello tan roto y bello,
aquello que una vez fuiste,
de aquello
sanarás
y no quedará nada.
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