Alejandra Pizarnik

Conocí a Alejandra Pizarnik hace unos años a través de mi amiga Carmen. A ambas nos inquieta porque las imágenes que utiliza, el tono e incluso el ritmo nos toca de cerca, y es que hay similitudes que aterran (si no que nos lo digan a Tati y a mi).

La poesía de la Pizarnik está sostenida por una angustia existencial que, como si de una cuerda floja se tratase, mantiene en vilo unos versos cargados de una pesadez de pluma. Se siente reventar el alma de esta poeta en cada una de las palabras que utiliza, se siente la piel rasgada. Y es que hay quien tiene que automutilarse para conseguir expresarse, quien nace (o se hace) cubierto de una coraza de miedo, torpeza o angustia y para expresarse necesita un poco de muerte controlada. Alejandra pertenece a este grupo.

Es una lectura de adolescente peleado con el mundo o de adulto condenado a no comprender nada. Y es una lectura para todos los que quieran adentrarse un poco en sí mismos.

Una nueva lectura recomendada.



Se fuga la isla
Y la muchacha vuelve a escalar el viento
y a descubrir la muerte del pájaro profeta
Ahora
es el fuego sometido
Ahora
es la carne
la hoja
la piedra
perdidos en la fuente del tormento
como el navegante en el horror de la civilización
que purifica la caída de la noche
Ahora
la muchacha halla la máscara del infinito
y rompe el muro de la poesía.

(A.P.)