9 de enero de 2011

Por los tiempos de Clemente Colling

Uno de mis propósitos para el año nuevo es recuperar las reseñas de este blog. Este no es un propósito sencillo pero me apetece hacer este pequeño esfuerzo. Además, quiero "pillarme los dedos" en las reseñas mucho más de lo que lo he hecho hasta ahora. El porqué es sencillo: como más se aprende sobre escribir es leyendo concienzudamente. Así que al lío...

"Por los tiempos de Clemente Colling" de Felisberto Hernández fue un acertado regalo de Reyes que me llegó un poquito antes para que pudiera aprovechar las vacaciones en su lectura. No conozco más obras de Felisberto de momento, aunque esto va a cambiar de aquí a unas semanas porque sus majestades han tenido a bien darme más material de lectura. De momento y de entrada, éste, considerado por algunos la mejor obra de Felisberto, resulta un relato exquisito. El objeto del discurso es una remontada compleja por los devaneos del recuerdo, la remembranza de una infancia hiperestésica, la reconstrucción de unas memorias que se iluminan ahora con la madurez del protagonista.

Parece que es autobiográfica: salpicada de recuerdos colaterales, el narrador protagonista, Felisberto, nos cuenta su relación con la música, la ilación de ésta en sus recuerdos y sobre todo, construye y destruye en un ciclo infinito al personaje que fuera su profesor de piano, Clemente Colling.

Casi inmediatamente, por la hiperestesia, por la exquisitez, por la batalla contra el olvido, la obra recuerda inevitablemente a Proust. Parece que el francés se encontraba entre las lecturas predilectas del autor y es evidente su influencia. El discurso, sin embargo, resulta más vanguardista en las formas que el de Proust; sin llegar al monólogo descabalado de Joyce, sí se interna en los vaivenes de nuestros más íntimos pensamientos y se atreve con el collage de las remembranzas que se asocian entre sí sin una lógica aparente. Además, hay pasajes, como la descripción de las longevas, su loro disecado, etc. que se internan, siquiera superficialmente, en el realismo mágico cuyo testigo recogería Gabriel García Márquez entre otros. Éste declaró admirarle y también lo hizo Cortázar, si bien en este último la influencia parece moverse más en términos de forma: en esa construcción de un lenguaje aparentemente descuidado en el que ni una sola palabra puede eliminarse sin dejar caer el castillo de naipes.

Es interesante también conocer la biografía de Felisberto Hernández, casado sin saberlo con una espía de la KGB que alcanzaría más fama y honores que su inocente esposo. Una vida digna de ser novelada.

Una lectura conveniente y provechosa, alejada de mi interés en el fondo pero no en la forma. Recomendable para amantes de la exquisitez y la delicadeza.

"un escritor que no se parece a nadie: a ninguno de los europeos y a ninguno de los latinoamericanos, es un francotirador que desafía toda clasificación y todo marco, pero se presenta como inconfundible al abrir sus páginas"
Italo Calvino


(Gracias Joaquín por recomendármelo)

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