17 de febrero de 2013

Ventanas ciegas

Se vive tranquilo aquí.

Sí que es verdad que es molesto el constante tropiezo con los otros. Aunque es inevitable, siempre te acabas sobresaltando porque vas tan enfrascado en tus cosas -esas que esconde tu oscuridad- que te sorprende que haya algo más allá de ti mismo. Al principio sí que intenté averiguar cuántos éramos, quiénes éramos, por qué estábamos aquí, pero pronto lo dejé.

Recorro la casa por aburrimiento, como una forma de no estar simplemente quieto, pero sus escaleras, rellanos y habitaciones, su oscuridad viscosa y yo, me parecen ser lo mismo y no sé dónde acaba ella y empiezo yo. A veces es tan raro todo.

Y es que, una vez averiguado nuestro origen, qué sentido tenía andar preguntando si nadie quiere hablar de eso. Todos nos suicidamos del mismo modo y parece que acabamos aquí juntos, sin vida ni ojos.

Calle Jesús del Gran Poder, Sevilla, Febrero 2013

2 comentarios:

sempiterna dijo...

Inquietante. Silencioso. Me gusta :)

Rosita Fraguel dijo...

Gracias :)