18 de abril de 2017

Método de composición. Prentententoonstelling





Bueno, vale, es pretencioso robarle el título del post a Poe pero es que he quedado finalista del II Premio IASA Ascensores con este micro y, claro, me he venido arriba ;) Nada menos que 5175 microrrelatos participantes y el mío está entre los 25 finalistas. Como si hubiera ganado.

En este caso es un micro escrito especialmente para el concurso que proponía el uso de "maldito escalón" en algún punto del texto y, además, confieso que está escrito "para un concurso", pensado para ganar o intentarlo. Aunque al final sí que tiene mi toque mágico de "esto no hay quien lo entienda" (intento librarme de él pero no lo consigo), lo cierto es que es un micro atípico y distinto a los que escribo normalmente.

Me apetece en este caso dejar por escrito cómo surgió el texto sobre todo por si soy capaz de descubrir mi propio truco y dedicarme a partir de ahora a ganar concursos uno tras otro (ja!) pero sobre todo porque creo que es justo que vaya acompañado de su explicación.

Ahí va el making of: lo del uso obligado de lemas o frases suele tener cierta complicación pero el de esta propuesta me resultaba horrendamente difícil. Por eso sobre todo me empeñé en escribir algo. Ése es el primer paso: una motivación para escribir, aunque sea la del ego herido ante un buen reto.

No hacía más que darle vueltas a qué escribir con la dichosa (maldita) pareja de palabras y es que los escalones no me resultan muy poéticos. Se escribe donde se puede: en la ducha, en el metro, justo antes de caer dormido, mientras se termina la cena,... Lo que se activa es un runrún y un brainstorming mental que nos vuelve más despistados e irritables de lo normal (en estos momentos de mi vida esto es jugarme la vida, no hay que subestimar el esfuerzo). Pues bien, en estas estaba cuando entrando a uno de los edificios en los que trabajo reflexioné sobre uno de los efectos de mi despiste y es que siempre pienso que el edificio es alargado conforme uno entra pero en realidad la puerta está en uno de los lados más largos del rectángulo. Me explico fatal, ¿verdad? Pues en tratar de verbalizar esto me llevé unos cuantos días hasta llegar a lo de "al entrar se alarga en un rectángulo clarísimo". Confiar en el lector es a menudo una buena forma de abreviar. A buen entendedor...

También me pasa lo de que no estoy segura de cuál es la ventana de mi despacho vista desde fuera. Esto es porque soy muy despistada, porque siempre voy corriendo y no puedo pararme ni a pensar y porque, de verdad, que es un edificio extraño.

Concluí que lo del edificio estaba bien, en los edificios hay escalones y si el edificio es equívoco, uno puede acabar maldiciendo. Hice una lista de despropósitos arquitectónicos que se vio muy menguada cuando seleccioné los que más me gustaban y cuando intenté calzar el texto en el tamaño máximo marcado por el concurso. Porque ésta es otra complicación: yo no escribo micros muy cortos, me cuesta y eso era buena parte del reto en el que me había metido.

En este punto, y os ahorro las versiones intermedias, tenía un edificio imposible y a alguien quejándose de que "cada maldito escalón es equívoco" y con eso tenía mucho pero no tenía nada. Es decir, tenía una descripción de una arquitectura imposible y poco más.

Pasaron una sucesión de ratitos robados hasta que decidí que un edificio imposible es imposible y que era más bien una percepción de imposibilidad, es decir, aquello tenía que ser una locura. De ahí al frenopático no hay más que un paso. ¿Por qué la "frenopático" y no manicomio o cualquier otro término? Porque soy muy pedante y no tengo remedio. Y lo del manicomio venía bien porque qué bonito queda llenar de connotaciones un texto breve y si un asilo de orates (pedante, pedante) no las tiene, no las tiene nada.

Me quedaba decidir quién era el narrador: al fin y al cabo si tenía despacho no era difícil figurarse que quien me hablaba era el director. Lo de la ventana de despacho esquiva había sobrevivido a la purga de desastres arquitectónicos porque es algo que me pasa a mí misma y, o el micro tiene algo de verdad, o se me desmonta entre las manos. La mejor mentira es la que tiene algo de verdad (y me tengo que curar lo de los refranes).

Llevaba muchas semanas con esto pero el micro seguía sin tener alma. Un director de manicomio que siente que no sólo sus locos están locos sino también su edificio. O algo así, porque el micro se deformaba y no tenía un sentido cerrado del todo en aquel momento. No me había dado cuenta de lo más obvio: había una asociación inconsciente que había hecho desde el principio y que estaba dirigiendo el micro (estas cosas son las mejores del proceso de escribir). El concurso lo convoca IASA que es la empresa que montó el ascensor del Palacio de Carlos V en La Alhambra, por eso lo del escalón, pero es que para mí la Alhambra está indisolublemente asociada con la obra de Escher. Porque sí, porque una temporada me dio por la obra de este señor, me leí mil libros y sé que él estudió los patrones que se dan en las decoraciones árabes y poco después viajé a Granada... y así se montan nuestros recuerdos. Una escalera imposible como la de mi micro no podía ser más que obra de Escher. En algún momento me dediqué a ver de nuevo pinturas suyas buscando el sentido de mi texto y le voilà: Prentententoonstelling. En este grabado un señor mira una pintura de un puerto y entre los edificios hay una galería de arte en la que está el cuadro que mira y él mismo que lo está mirando en un bucle infinito. Qué maravilla.

Pues ya lo tenía: ¿mi director de frenopático es un loco también? Bucle infinito. Título elegido. Sentido cerrado. Su poquita de pedantería marca de la casa pero con posibles lecturas ajenas a todo este lío que me había montado sola. Pensé que hacía una buena propuesta para el concurso y que había superado el reto. Con eso ya me conformaba pero encima me he llevado la alegría de quedar finalista. Así que ya le tengo cariño a este micro y a cómo nació.

Abajo el cuadro inspirador y la versión final del microrrelato. A ver qué os parece la propuesta.




Prentententoonstelling

El frenopático es un edificio cuadrado que al entrar se alarga en un rectángulo clarísimo. Es como lo de las ventanas, desde fuera trato de identificar cuál es la de mi despacho y nunca la encuentro donde espero. Las escaleras: cada maldito escalón es equívoco. Hay que subir para bajar, bajar para subir. Pulsas el botón del ascensor para ir al último piso y la tierra te traga. Ni siquiera tengo claro que internos y personal estén bien diferenciados. Dirigir esto es imposible y me preocupa que me atribuyan negligencia profesional por alegrarme tanto de que el edificio haya enloquecido también.

2 comentarios:

rosa_desastre dijo...

Me quito el sombrero! Subir o bajar por tus letras es el bálsamo que necesitaba esta noche.

Rosita Fraguel dijo...

Te leí anoche pero no te podía contestar desde el móvil. Gracias por sentirme balsámica. Millón de besos, amiga :*