11 de septiembre de 2006

De la lluvia en la noche

"Reconozco que la tarea de hilvanar una historia nunca ha sido una de mis habilidades más reconocibles. Sin embargo, a riesgo de no estar a la altura como narrador me lanzo a esta tarea en el conocimiento de que esta historia no depende de la habilidad de quien la cuente: existe previamente entre nosotros, existía antes de que estuvieran aquí, antes de que nosotros estuvieramos, incluso antes de que vosotros fueseis creados. Esta historia es una suerte de vida extraña, un universo completo en el que se desenreda y enreda en movimiento perpétuo la madeja de unos hechos. Quizá tenga a bien esta historia acogerme en su cálido regazo y mecerme lo suficiente como para que logre cantarte esta nana viajero.

Olvida todo lo que sabes, olvida todo lo que crees, olvida lo que te han contado y lo que te van a contar en el futuro, olvídalo, porque nada de todo eso es cierto más que esta historia que ahora saldrá de mis muy ancianos labios. Ni siquiera tú y yo existimos más que como partícipes de este diálogo y sólo la historia es cierta, sólo ella es la Verdad a la que se aferra mi alma y sólo eso tendrás cuando la oigas. Bebe vino, bebe, pero no pierdas de vista viajero que ni el dulzor de esta bebida, ni tu estupor es cierto. Bebe y olvida para recibir limpio de mentiras esta historia.

Si vacilo en la tarea que ahora pesa sobre mis hombros recuerda que poca prisa ha de tener quien va a recibir la eternidad. Recuerda que si ahora trato de hilvanar esta historia es tan sólo a razón del pacto que hoy nos convoca. Recuerda que cuando la oigas habré cumplido mi parte y no olvides que tendrás que cumplir la tuya.

Presiento el placer de recibir mi premio y no encuentro motivación más dulce para llevarme por esta cascada de palabras a través de esta historia prohibida para mi gente. Pero divago y me agoto y gasto el pulso en las palabras equivocadas que no llevan a la historia, a mi parte del trato, a mi merecido premio.

Escucha viajero, escucha y luego paga..."

El tabernero vio salir primero al innombrable ser que mantuvo el local vacío toda la noche. Aún pasaría horas temblando aterrorizado. Más tarde salió el viajero. Un peso parecía haberse posado en sus hombros y cabizbajo apuntaba su caminar hacia la puerta. Ahogando un grito, el tabernero comprendió al ver la espalda ensangrentada del viajero y el ligero reguero de sangre que marcaba su camino desde la mesa a la puerta de la taberna y luego se perdía en la nieve y la noche, borrándose poco a poco como si absolutamente nada hubiese pasado.

(Dedicado a Edinne por haberme dado esta absurda noche como un diapasón, la nota para afinar mi voz y escapar del fantasma)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Genial. Y gracias.

Anónimo dijo...

Me ha gustado, aunque me ha costado terminarla así como un día y pico.
Es lo que tiene el leerte donde tu ya sabes.