La clase ha sido una introducción teórica y bastante anárquica en la que explicaba a la clase que movimientos como la Vanguardia, el Dada, el surrealismo... abrieron nuevos caminos en la expresión literaria que rechazaban la imposición clásica que afirmaba de forma tajante que el conocimiento profundo de la técnica y su manejo eran los elementos que permitían a alguien considerarse artista. Si bien el profesor Leiva (muy acertadamente) no considera que cualquier cosa es arte, ni que cualquiera es un artista, sí entiende que todos somos de un modo u otro creadores y que movimientos como la escritura automática o el Action Painting constituyen un buen elemento de iniciación y de catársis para los escritores noveles.
Así la dinámica de trabajo es realizar un ejercicio de escritura automática cada clase y trabajar luego durante la semana sobre ese texto fruto del inconsciente. La semana siguiente se expone el trabajo y se comenta. Hoy ha tocado iniciar los primeros bocetos, a continuación los microrrelatos que mi cabeza de viernes noche (agotada hasta límites insospechados) ha tenido a bien vomitar:
Quisieron quitarle los grilletes pero descubrieron que seguía siendo esclavo, aun sin las cadenas.
Reconoce que en silencio se habla a menudo mucho más.
Abrigo la esperanza de que tu nombre aún me espere cuando vuelva a casa.
El asesino me miró
sorprendido de que yo no quisiera matarle
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