22 de marzo de 2007

(inserte su título favorito aquí)

En toda España es famosa la familia Villar de Quintana, dueños de un enorme capital y de una de las más famosas colecciones de arte de nuestro país. Lo que no muchos conocen es la historia sobre sus orígenes. Y es que hace menos de un siglo los Villar eran una familia de clase obrera como cualquier otra y fue un golpe de suerte junto con un su saber hacer lo que les ha llevado al lugar que hoy ocupan.

Los Villar son originarios de Badajoz. Juan Pedro Villar y su esposa fueron los primeros en emigrar hacia Sevilla años antes de la Exposición Iberoamericana de 1929. Vinieron como muchos en aquella época buscando trabajo y al final, también como muchos, se establecieron en la ciudad para siempre. En Sevilla nacerían sus dos hijos Miguel y Arturo.

Los caracteres de Miguel y Arturo siempre fueron diametralmente opuestos. Miguel se caracterizó desde muy niño por un temperamento afable y un sólido pragmatismo. Acabaría siendo un afamado médico en la ciudad. Arturo, en cambio, era hipersensible, enfermizo y misántropo. Desde muy niño, se sintió inclinado hacia las artes. Fue un estudiante mediocre que pasaba las clases embobado o haciendo garabatos en los cuadernos. Ya de adulto, la atracción de Arturo por el mundo de la creación era casi enfermiza.

El día 22 de Diciembre de 1966 la familia Villar de Quintana fue agraciada con el premio gordo de la Lotería Nacional. Esto cambió sus vidas. La inversión inteligente de este dinero y su gestión les sirvió para amasar poco a poco su actual fortuna.

En ese año, Arturo Villar de Quintana trabajaba como administrativo en un despacho de abogados. Este trabajo, su familia y los compromisos habituales de cualquier adulto le salvaban a duras penas de su obsesión con las artes. Conforme la fortuna de los Villar aumentaba, los pocos amigos de Arturo veían llegado su fin. El dinero compra el tiempo y el que Arturo dispusiera de tiempo le posibilitaba entregarse en cuerpo y alma a su obsesión.

Se torturaba a menudo y de muchas formas: bien con el papel en blanco, bien con el piano silencioso, el lienzo virgen o la masa de barro informe. Buscaba la inspiración del mismo modo que el barítono anciano ya retirado está atento a cualquier entradilla que le justifique para echarse a cantar. Se le antojaba que debía existir un diapasón todopoderoso, en forma de talismán, ciencia o persona, que sirviera de reclamo ineludible para la inspiración. Apenas dormía, apenas comía, no salía casi nunca de su habitación, vivía entregado por completo a su búsqueda.

Sin embargo esta situación cambió de repente. Un buen día salió de su habitación con una pequeña maleta. Se despidió de su familia y se marchó.

La historia de Arturo Villar en este punto se vuelve borrosa y casi entra en el terreno de la leyenda. Se sabe a ciencia cierta que viajó por todo el mundo. A esto se le añade un anecdotario que por imaginativo resulta increíble.

Viajó por África donde se le sitúa en distintos lugares: en Argelia buscando amuletos, en Tombuctú como investigador de los manuscritos perdidos de Al-Andalus, en Egipto siendo el visitante más habitual del museo de El Cairo. En Asia se le cita como interesado en ciertos cultos sectarios. En América del Norte cuentan que experimentó con drogas sintéticas. En América del Sur hablan de él como coleccionista de pieles y momias, como estudioso del calendario solar azteca e incluso como chamán de una tribu del Amazonas.

Viajó mucho, quizá buscabando aventura o persiguiendo siempre su imaginado diapasón.

Volvió a Sevilla enfermo y ya anciano. Lo recogió su hermano y sus sobrinos se ocuparon de él. Sólo pidió una cosa a su familia antes de morir y ellos cumplieron casi completamente. Su tumba en el cementerio de San Fernando acogió sus restos y también una enorme cantidad de lienzos en blanco, cuadernos, pinceles, plumas estilográficas, acuarelas y temples, barro, bloques de granito... Es conocido popularmente como el panteón del artista y en la actualidad es visitado por jovenes románticos y estudiantes melancólicos, pero lo que se esconde detrás sus paredes de mármol nadie lo sabe.

(24-3-2007: Unas cuantas modificaciones menores)

2 comentarios:

Rafael Fernández dijo...

Me ha gustado un montón!

Rosita Fraguel dijo...

Asiaaaaaas! :)